Buceando en el lugar de la tragedia

A CORUÑA

Solo la mala suerte quiso que el pequeño Emilio Valín perdiese la vida en la ensenada de Mera, un lugar tranquilo y limpio para la práctica submarina

01 ago 2009 . Actualizado a las 02:00 h.

El mar de la costa coruñesa amaneció ayer más bravo que el pasado martes, cuando un desgraciado accidente acabó con la vida del pequeño de 12 años Emilio Valín cuando practicaba pesca submarina, acompañado de su padre, en la ensenada de Mera. Ayer el viento del oeste tenía una fuerza 3-4, unos 27 kilómetros por hora. Ayer existían olas de 1,5 metros de fondo del noroeste, nada parecido a la bonanza existente el día de tan trágico suceso.

Y a pesar de estas supuestas inclemencias del tiempo, la práctica submarina en el área de O Xunqueiro , donde los más jóvenes coruñeses y del área metropolitana de la ciudad realizan sus bautizos de mar como submarinistas, las condiciones de inmersión eran de total seguridad.

Ni algas ni grietas

A las once de la mañana llegó el equipo de La Voz a la zona donde se produjo el accidente, a bordo del Lupe Cinco , mandado por Manolo Seijo, el patrón que alertó a Salvamento Marítimo del suceso y acercó en menos de dos minutos al médico que apoyó a los agentes de la Guardia Civil del Mar en las labores de reanimación del pequeño Emilio.

La sonda marcaba entre tres y cuatro metros de profundidad en el lugar donde nadaba el pasado martes Emilio Valín. La temperatura del agua, a pesar de estar cubierto el cielo, era de 13 grados centígrados.

El buceador realiza la primera inmersión a pulmón. Sin ningún tipo de dificultad llega al fondo. Descubre un espacio claro y limpio. Las difíciles correas, las algas alargadas, quizás las más temidas para los buceadores, ya fueron arrancadas en primavera por el mar. En el lecho marino, el hombre rana no descubre ninguna grieta profunda en las piedras que suelen extender sus tentáculos desde tierra hasta el mar, las denominadas restingas . En el fondo solamente piedras movidas, cascallos , y sin lugar a dudas fue en una de estas piedras donde el gancho que utilizaba el niño Emilio Valín para capturar pulpos se enganchó y le impidió subir a la superficie.

Tampoco se le puede achacar al mar, en esta ocasión, el accidente. A pesar del empuje que tenía ayer, el abrigo de la costa de Mera impide cualquier resaca peligrosa. Es por ello que allí, junto con sus compañeros del Club Oza-O Puntal, Emilio Valín, padre del niño fallecido, fondeaba su embarcación para disfrutar con sus hijos y esposa de su pasión por el mar. Por eso, parece que solo la mala suerte causó tan fatal desenlace.