La «Altica» vuelve a atacar en Sober

Xavier Lombardero

A CORUÑA

El repunte de la plaga que deja sin hojas los carballos obliga a fumigar de nuevo. La pulga se expande de un robledal a otro al saltar y viajar pegada a los vehículos

02 jun 2009 . Actualizado a las 02:21 h.

Ocurrió la pasada primavera y en esta se reproduce una alta infestación de Altica quercetorum , insecto conocido como pulga del carballo, en robledales del sur de Lugo y Ourense. La plaga se conoce en Galicia al menos desde 1990 y sus picos dependen de las condiciones meteorológicas, como ocurre en Sober y Pantón. Se controla fumigando las áreas más afectadas para que no se coma todas las hojas y debilite los carballos, dejándolos a merced de otros hongos e insectos.

Las plagas forestales preocupan en Galicia, pues la gran cantidad de madera que permanece tirada en los bosques desde el ciclón Klaus es un vivero para insectos perforadores. También el gorgojo australiano que llegó hace tiempo en eucalipto importado, el Gonipterus scutellatus , se ha hecho fuerte en reductos de bosque pese a la lucha biológica que se libra con su avispa parásita Anaphes nitens.

Además, la Xunta organizó la vigilancia y erradicación de dos peligrosos enemigos de los pinos, un gusano devorador de madera que causa estragos en Portugal, el nematodo Bursaphelenchus xylophilus , y un peligroso hongo que desde Estados Unidos aterrizó en la cornisa cantábrica, el Fusarium circinatum , que los seca en un proceso denominado cáncer del pino.

Estos son más impredecibles y peligrosos, y se revisan las partidas importadas en los viveros o palés de madera de las mercancías. Evitar su entrada es vital, pues acarrearía cuarentenas muy gravosas económicamente. El comité de salud vegetal de la UE votó en abril pasado reforzar los controles de embalajes de madera y palés portugueses, al descubrir en enero el Reino Unido partidas con gusano vivo. España también los detectó en febrero y dicho fraude en los controles portugueses y el riesgo de propagación del nematodo aconsejaron endurecerlos desde el 16 de junio, pero Portugal consiguió ayer que se derogue esa emergencia hasta el 2010.

Plaga «amable»

La pulga del carballo sería, a priori, la más «amable» de estas plagas de primavera y no alcanza los niveles que tuvo en 1992, cuando hubo que fumigar amplias áreas, y porque se tiene más experiencia en su control. En mayo del 2008 Medio Rural declaró la plaga de la pulga del roble en Sober, Pantón, Monforte, A Pobra do Brollón, Sarria, O Incio, Bóveda y Navia de Suarna, así como en Sandiás, Vilar de Santos, Rairiz de Veiga, Xinzo de Limia, Sarreaus, Trasmiras, A Merca y Barbadás, territorio en mosaico, con carballeiras diseminadas y clima más mediterráneo. Ahora, el Concello de Sober insiste en controlarla de nuevo, tras detectarse las primeras puestas de huevos en el envés de las hojas.

De no actuar, algunos bosques presentarían un aspecto otoñal durante el verano, pues el bicho deja las hojas esqueléticas, retorcidas, con un color pajizo. Y en el fondo existe el temor a que la pulga se cebe también con otras plantaciones sensibles que hay en la zona, como la vid o los frutales, algo que no parece haber sucedido, aunque este año el Laboratorio Fitopatolóxico do Arieiro detectó señales de otro tipo de Altica comiendo en vides del Condado.

Según la Xunta, la fumigación frente a la Altica quercetorum impregna los carballos con una sustancia «antiquitinizante», una vez que los insectos adultos ya volaron y han subido al árbol desde la hojarasca donde invernaron, para realizar las puestas. Cuando la larva, de color negro, come la hoja impregnada, dicha sustancia impide que se endurezca su caparazón, no crece y muere. Normalmente ocurre una regulación natural, pues la pulga tiene enemigos como los hongos, pero condiciones de temperatura y humedad excepcionales en otoño e invierno hacen que su población se dispare.

En bordes boscosos

El experto del centro de investigación de Lourizán Francisco de Ana Magán realizó hace años junto a María José Lombardero un estudio de este insecto defoliador, tras arrasar muchas carballeiras y sembrar la inquietud en la población. «A mediados dos anos noventa tivemos que fumigar 8.800 hectáreas», recuerda De Ana, que ve adecuado el sistema de impregnar desde un tractor solo los bordes boscosos junto a carreteras, caminos o lindes de fincas. «O insecto busca zonas soleadas e por iso cómpre fumigar esas beiras onde hai máis concentración, que actúan como trampas porque atraen á praga que está dentro da masa boscosa. Así se eliminan moitos», asegura. En 1992 se llegaron a contar 6.000 insectos muertos por metro cuadrado. Al quedar el borde libre, vuelven a recolonizarlo y se aplica una nueva pasada de fumigación. También comprobaron que la pulga se expande hasta otros bosques al viajar pegada a coches y camiones.