Hace siete años, el pequeño barco en el que faenaban cuatro marineros del pueblo oleirense se fue a pique. Los náufragos nunca se encontraron. Ni tampoco se olvidaron
16 feb 2009 . Actualizado a las 12:14 h.La culpa de que el mar nunca devolviese los cuerpos de aquellos cuatro marineros la tiene el canal. Cuando en Lorbé se menciona el canal es como mentar al diablo. Cuentan que bajo la superficie de la ría de Betanzos, en el fondo, existe un corredor que actúa como un aspirador, tragándose a los náufragos y empujándolos hacia el océano. «Por eso en esta costa se produjeron tantos desaparecidos. Con decirte que un año antes de aquella tragedia el cuerpo de un hombre que cayó al mar muy cerca de aquí apareció en Asturias mes y medio después», cuenta Manuel, un veterano marinero de la zona. Seguramente, eso es lo que ocurrió con Óscar Maceira, Luis Vázquez, y Antonio y Alberto Barreiro tras el naufragio aquel 12 de abril del 2002.
Desde entonces, la vida ondea en Lorbé a media asta. Los vecinos de este pueblo marinero de Oleiros nunca olvidarán que el mar se quedó con cuatro de los suyos. Muy de mañana salieron en su pequeño barco a por pulpo y no regresaron.
El Meloxeira era un barco pequeño, de nueve metros de eslora y con cinco toneladas de registro bruto. Contaba con una emisora VHF y llevaba bengalas a bordo, que no se llegaron a utilizar debido a que el siniestro se produjo, según todos los indicios, en cuestión de minutos. Los buzos de la Guardia Civil, que participaron en las labores de rastreo y realizaron tres descensos en la zona de Yacentes, no hallaron los chalecos salvavidas a bordo, pero se estima que tampoco los llevaban los marineros, ya que no aparecieron los cuerpos. Respecto a las hipótesis sobre las causas del suceso, se barajan dos: por un lado, que una nasa enganchada al fondo rocoso provocara el vuelco de la nave debido a los intentos de los tripulantes de retirarla con las máquinas de a bordo -la hipótesis más probable, según los técnicos-, y la otra es que un golpe de mar hundiera el barco cuando se dirigía a puerto.
Una bufanda del Dépor
El mar nunca quiso hablar. Jamás dijo nada del Meloxeira ni de sus cuatro tripulantes. ¿Dónde están los hermanos Antonio y Alberto Barreiro? ¿Y Óscar Maceira y Luis Vázquez? Va para siete años que los marineros desaparecieron. En el restaurante Vila II, en el puerto de Lorbé, 2.500 días no han hecho olvidar los recuerdos. Manuel Cuns, su propietario, guarda como un tesoro la bufanda del Deportivo que un día le ganó a Antonio jugando a los chinos. La reliquia ocupa un lugar preferente en el establecimiento. «Era muy futbolero; siempre venía a ver los partidos del Dépor, una de sus pasiones».
La otra era su hija. Apenas tenía seis meses cuando ocurrió el accidente. Hoy tiene ocho años. Y su abuelo materno, que fue patrón mayor de la Cofradía, Daniel Fernández, le habla muchas veces de su padre, de lo buen marinero que era, de cómo llenaba el barco de pulpos, de lo mucho que la quería. «Nunca nos olvidaremos de Antonio. Lo llevamos siempre con nosotros», confiesa un hombre de mar que recuerda que en toda la historia de Lorbé solo hubo una tragedia semejante, la que se llevó la vida de un tío abuelo. «En los cuarenta, también cuatro marineros del pueblo naufragaron. Es lo que tiene este oficio», dice.
Los cuatro desaparecidos eran marineros expertos y habían trabajado toda su vida embarcados. El patrón Antonio Barreiro Illanes, tenía 32 años y ya había pasado por una mala experiencia tres años antes, cuando un incendio calcinó el Peruca , la embarcación de su suegro, Daniel. Junto a él, su hermano Alberto, de 28 años; así como Óscar Maceira Díaz, de 31 años, y Luis Vázquez Fernández, de 25, sobrino del patrón mayor. Habían partido alrededor de las seis de la madrugada del puerto de Lorbé. Era viernes y el tiempo andaba muy revuelto. Tenían previsto regresar pronto, solían hacerlo entre la una y las tres de la tarde, y ese día además querían asistir al entierro de un primo de los dos hermanos.
Sobre las tres de la tarde, y tras no poderse comunicar de ninguna forma con ellos, la mujer de Antonio avisó a su familia y salieron a buscarlos. Así empezó una búsqueda angustiosa. Todo Lorbé se echó al mar. Decenas de personas participaron en un operativo que pasó a la historia. Parte del pueblo se lo había llevado el mar.