Tras depositar una corona de laurel ante el monumento, comenzó el desfile ante el podio de autoridades, pasando ante ellos la escuadra de gastadores de la Legión, un grupo representativo de los dos Tercios y una compañía de Infantería. Llamó la atención del público el cordero mascota de los legionarios. También se entregó el diploma de legionarios de honor, al autor del monumento, Xoán Piñeiro, y al concejal Secundino Álvarez Tomé. En el almuerzo posterior, el general Maciá apuntó que el grito legionario de «Viva la muerte», quería decir «Viva la muerte en plena vida».
Tras la muerte de Francisco Franco, la estatua sufriría diversos intentos de mutilarla, siendo el más destacable, el de serrar las piernas de la figura del general Millán Astray, cuyas marcas pueden verse todavía, además de embadurnarla de distintos colores y colocar pancartas y pintadas.