Dicen los que ya han vivido sus años en A Coruña, que la calle Real es el centro comercial perfecto, ya que puedes entrar por un extremo desnudo y en ayunas y salir por el otro totalmente vestido y comido. Esto, aplicable, sin duda, a la paralela calle de San Andrés, podría dejar de ser cierto en breve. Los comercios de toda la vida desaparecen paulatinamente dejando en su lugar sitio para nuevas tendencias y propuestas más modernas o, en el peor de los casos, solo un local vacío, demasiado caro para que se interesen por él nuevos comerciantes.
En los últimos meses se han dado numerosos casos que muestran cómo en el mundo gobernado por las nuevas tecnologías la artesanía, el sabor a añejo y la nostalgia apenas tienen lugar. La papelería Jaspe, el Gasógeno, la imprenta La Regional o la librería Cartamar, entre otros, han sucumbido ante la crisis económica, la ausencia de herederos que se hagan cargo de estos negocios, la mayoría familiares, o ante las suculentas ofertas planteadas por grandes empresas sobre los locales comerciales. Aunque todavía quedan supervivientes, como la mercería la Crisálida o la lencería Delia, ambas en San Andrés.
También se da el caso de otros empresarios que siguen desarrollando su labor profesional, pero bajo otra perspectiva. Una de las tiendas de moda que poblaron la nutrida oferta textil de San Andrés, Carlota, ha colgado de sus escaparates carteles en los que puede leerse «Liquidación por cierre». Allí seguirán atendiendo a los clientes, pero bajo una nueva denominación y con otra orientación, cambiando la moda por la ropa de hogar. Y es que otro clásico, El baúl de la abuela, cierra sus puertas en breve para trasladarse al local hasta ahora ocupado por Carlota. Son apenas cien metros de distancia y sin necesidad de cambiar de acera, pero supone abandonar una trayectoria de décadas, eso sí, por otro negocio ya consolidado. «La confección está de capa caída. Desde la explosión de Zara, ya no se vende ni un pantalón. Así que vamos a probar ahora con mantas y edredones», explica la encargada de Carlota mientras dobla las escasas prendas que quedan en la tienda. Por cierto, que El baúl de la abuela se traslada a este cercano local porque el edificio en el que hasta ahora se encontraba va a ser demolido por el Ayuntamiento, ya que se encuentra en ruinas.