Entrevista | Fernando Prados Roa Está acostumbrado a vivir al límite. A llegar entre los primeros a los lugares donde sucede una catástrofe. Al final, el sentimiento es el mismo: impotencia
30 sep 2005 . Actualizado a las 07:00 h.?as doce uvas de Fin de Año las tuvo que comer durante el viaje en avión que lo llevaba a Banda Aceh, una de las zonas más castigadas por el tsunami. Allí pasó más de veinte días, de los que volvió con ocho kilos de menos y muchas imágenes para olvidar. Sin embargo, Fernando Prados considera que ha sido una de las misiones más importantes de las que ha llevado a cabo, aunque «nunca veré algo tan terrible como los efectos del tsunami». -¿Cómo fue llegar a un país devastado por el tsunami? -Lo primero que sientes es estupor al ver cómo está todo y que la gente no sabe qué hacer. Nosotros, gracias a la ayuda del embajador, nos trasladamos a una zona al oeste de Medam, donde intentamos abrir el hospital, pero finalmente tuvimos que habilitar un dispensario en la facultad de Medicina que había al lado y que estaba en mejores condiciones. -¿Cómo fue el trabajo durante los primeros días? -Durísimo. Los soldados estadounidenses nos pidieron que nos desplazáramos al aeropuerto y allí atendiéramos a los heridos que iban trayendo en hidroaviones de las zonas más afectadas. Atendíamos a más de 150 persona al día. -¿Es verdad que había tanto descontrol con la ayuda humanitaria? -Sí. En estas situaciones los mandos de poder desaparecen y nadie sabe qué hacer. Además, cada día llegaban al aeropuerto más oenegés. Había una absoluta descoordinación, cada una iba a lo suyo. -¿Qué destacaría de esta misión con respecto de otras que ha hecho en el Salvador o Marruecos? -La dimensión por el número de heridos. Pero en una catástrofe se salvan vidas al principio. Los que están muy malitos al final mueren. Al aeropuerto llegaba gente que llevaba una semana deteriorándose de tal manera que, sin nuestra ayuda, fallecería. -¿Se puede comparar con lo que se vivió en Madrid en el 11-M? -Fue distinto, porque en los atentados del 11-M había un componente más emocional porque era una catástrofe muy cercana. Fue mucho más impactante, porque todo lo que estaba alrededor del atentado te afectaba directamente. Todavía hoy, cuando atendemos un accidente cerca del tren, nos acordamos del 11-M. -¿Cómo soportan sus familias este trabajo? -Saben que vivimos de esto y lo entienden así, aunque fue muy duro pasar el día de Reyes sin nuestros hijos, aunque podíamos hablar todos los días con ellos. En emergencias la agenda es impredecible, vamos allí donde pasa algo.