Luces de ciudad

A CORUÑA

HERCULÍNEAS | O |

25 nov 2003 . Actualizado a las 06:00 h.

NO ha sido hasta que me he puesto a garabatear este artículo -también se pueden hacer garabatos con un ordenador- cuando me he dado cuenta de que Álvaro Cunqueiro (AC) gasta las mismas iniciales que A Coruña, la capital que le fascinaba por su luz de ciudad submarina. No ha sido hasta que me he puesto a inyectar palabras en este columna cuando he descubierto que el mismo AC que escribía hace medio siglo en estas páginas de La Voz venía, cincuenta años después, a aclararme que A Coruña tal vez no tenga sombras, quizás no sea el Londres donde Peter Pan jugaba a cazar su sombra escapista, pero lo que sí tiene A Coruña es una orgía de luz extremada, prodigiosa, excesiva. AC, que paseaba por su Mondoñedo de piedra y agua musical con la mente llena de merlines y otros menciñeiros, trató de adivinar la luz de A Coruña en los cuadros de Van Gogh o Claudio Lorena. Pero era en los óleos de ciudades sumergidas que pintaba su amigo Urbano Lugrís donde de verdad se hallaba la luz de esta isla atada a Europa por un hilo de tierra que llamamos los Cantones. Será mejor, como haría el propio AC, pasar de Van Gogh, y hasta del pincel submarino de Lugrís, y salir a la esquina para pasar la mano por el lomo de la luz erizada de A Coruña. luis.pousa@lavoz.es