PLAZA PÚBLICA | O |

01 sep 2003 . Actualizado a las 07:00 h.

CADA DÍA es el día de algo. Cuando no es el Día de la Mujer Trabajadora es el Día del Empleado que No La Dobla. Cuando no es el Día del Niño es el Día del Abuelo del Puñetero Niño. A tres meses vista me adelanto a mi día, el Día de la Persona Obesa. Pero en plan bien, que no sea como el año pasado, que me han dado la turra con lo bien que me sentaría dejarme el alma al trote por el paseo marítimo. O con dejar de mojar el pan en los callos del Cancelo. O renegar de las croquetas de la Bombilla. Malditos. ¿Qué vendrá luego?, ¿coserme la boca?, ¿atarme a una bicicleta estática? No, ha de ser un día especial para todos nosotros: Los gordos. Que vivan los michelines, las pistoleras, la celulitis, las curvas de la felicidad, las barrigas cerveceras. Gordos del mundo, uníos. Y cambiémosle el nombre por el Día Mundial del Orgullo de los Gorditos, ¿pasa algo? Ya está bien de tanta cultura light y de tanto alimento sin. ¡Abajo el pan integral! ¡Vivan los bocadillos de panceta! ¡A los tiburones con los que te preguntan cuántos kilos pesas! ¡Al infierno con los que te miran cuando el ascensor pita por sobrepeso! Cuidado con decir Día de la Persona Obesa... Nada, nada: Día Universal del Orgullo de Estar Gordo Aunque Sea Mejor No Estarlo.