Un coloso en llamas

Carlos Fernández A CORUÑA

A CORUÑA

Historias de A Coruña | Incendio en la Estación del Norte El fuego arrasó el centro de transporte ferroviario en 1967. El suceso sacó a relucir la falta de previsión de las autoridades

21 jun 2003 . Actualizado a las 07:00 h.

Sólo quedaron en pie los muros de mampostería del edificio, y fue uno de los incendios más importantes en la historia de la ciudad. Ocurrió en la vieja estación de ferrocarriles, sita en el solar donde hoy se alza la terminal de autobuses, el 27 de enero de 1964. Se cree que el fuego comenzó a las ocho de la tarde, por causa de un cortocircuito. Fue descubierto por el yerno de Juan Manso, inspector principal de zona de la Renfe, que vivía en la primera planta de la estación. Avisados los bomberos, se presentaron poco después en el lugar, al mando del capataz, señor Paz. Pero, las llamas no podían ser combatidas eficazmente, pues las bocas de riego del patio de la terminal no correspondían en sus dimensiones a las de las boquillas de toma de las mangueras del servicio de contraincendios. Por ello, los coches motobombas tuvieron que efectuar viajes a varias zonas de la ciudad para abastecerse de agua. Si tales bocas de la estación tuvieran las medidas corrientes, se hubiese podido sofocar el fuego y evitar graves pérdidas. De ahí que, ante la imposibilidad de controlarlo, se requiriese la ayuda del servicio contraincendios de la Refinería de Bens, inaugurada hacía poco, pero que tampoco pudo actuar por la dimensión distinta de las boquillas. Polvo espumógeno El servicio de Repsol también disponía de polvo espumógeno y extintores, pero éstos sólo eran útiles para apagar un fuego debidamente localizado, y el de la estación se había extendido totalmente, llegando ya a la planta baja. Además de los bomberos y de los hombres de Petrolíber, acudieron decenas de autoridades, que poco podían hacer excepto dar numerosos consejos, muchos de ellos disparatados, además de echarse la culpa unos a otros por la falta de prevención que suponía la inutilización de las bocas de las mangueras. Aún con las limitaciones propias de la época de censura en que se vivía, los redactores de La Voz, que acudieron rápidos (el periódico quedaba cerca) a la estación, pudieron escribir: «La confusión era enorme. Voces, gritos, órdenes y contraórdenes se confundían constantemente, no sabiendo muy bien qué atender primero». La estación, aunque seguía en activo, había perdido importancia tras la inauguración, en 1957, de la línea Zamora-Ourense-Santiago, pues estos trenes ya salían desde la terminal de San Cristóbal. Esa noche estaba a punto de salir para Ferrol el ferrobús. Minutos antes de las nueve, el edificio ya era pasto de las llamas. La policía municipal pudo salvar dos cajas fuertes y algunos muebles, pero no se libró de las llamas el archivo de la estación, en el que se hallaban los expedientes de inspección de toda la provincia desde 1883. Depósito de aceite El momento de mayor tensión del siniestro fue cuando se supo que en el economato había un depósito fijo, que almacenaba 7.000 litros de aceite. La mercancía allí dispuesta tenía un valor de medio millón de pesetas. Para evitar la explosión del recipiente se abrió la cubierta Así, todo lo más que podía ocurrir era que se quemase. Cerca de la medianoche, el edificio ya estaba destruido. En total, 1.200 metros cuadrados. Todo era de mampostería con cara de ladrillo y tabiques de barrotillo, con el interior de madera de tea. El tejado primitivo era de teja, pero había sido sustituido por otro de uralita. La estación fuera inaugurada en septiembre de 1.883 por Alfonso XII, y con ella se abrió la línea Madrid-A Coruña. Las obras duraron demasiado, debido a, por ejemplo, la quiebra de la adjudicataria y la muerte del ingeniero constructor, Juan Martínez Picavia, que daría nombre a una calle.