Aunque su timidez es palpable, no tardan demasiado en decidirse. «Yo, luna», dice una de las niñas. «Yo, escorpión», apunta otro. Ángela les ha pedido que se bauticen con un nuevo nombre para estos días. Escorpión ha abierto una vía fácil para los indecisos. «Yo, sagitario», dice rápidamente un tercero. A continuación tienen que elegir un amuleto de la suerte. Cualquier objeto es apto para esta función, desde una prenda de ropa hasta una pulsera de moda. Una de las niñas ha traído un portador de pócimas de plata colgado del cuello. Se lo ha prestado su madre. Al parecer tiene muchos años y perteneció a unos antepasados de su familia. Y es queel interés por la magia no tiene edad, y así lo demuestran los padres de algunos de los alumnos: van a recogerlos a la biblioteca antes de que la clase termine, se sientan y se dejan hechizar por las explicaciones de las magas. Seguro que más de uno se ha bautizado con un signo del zodíaco.