ÁNGEL PADÍN PLAZA PÚBLICA
14 mar 2002 . Actualizado a las 06:00 h.La presentación de una empresa de origen holandés (con el eufónico nombre de Van Tetterode), de la mano de Gerardo Porto, y que se dedicará, presumiblemente, en un futuro a la fabricación de vidrio, nos retrotrae en nuestra ciudad nada menos que a 174 años atrás, cuando en 1828 el industrial Juan Antonio de Adalid y Loredo solicita privilegio real para instalar en A Coruña una fábrica de botellas de vidrio oscuro. Los historiadores Antonio Meijide Pardo y Xosé Ramón Fernández Barreiro lo cuentan pormenorizado en algunas de sus interesantes y bien documentadas obras. Asistí al acto en el Club Financiero y, nuestro alcalde y el mismo Porto, resaltaron una singularidad de nuestra urbe: la ciudad de cristal. Efectivamente así lo acreditan sus galerías frente al Atlántico, desde la Marina hasta el paseo de la Dársena. Pero la ciudad ya fue adelantada en la fabricación de vidrio, según señalamos más arriba, aunque las fábricas citadas durasen, por diversos motivos, hasta la segunda mitad del siglo XIX. Más tarde hubo acreditadas cristalerías, y aún hoy resiste alguna que puede constituir un eslabón de aquel inicio de Antonio de Adalid, por cierto tío y padrino de quien llevaría este apellido por media Europa, Marcial de Adalid, que prefirió dedicarse a la creación musical antes que a los importantes negocios de su familia, que procedía de un pueblo de la Rioja. Otro dato: la fábrica de vidrio estaba situada en los terrenos que hoy ocupa el colegio de los padres salesianos, frente al brioso Orzán. Creo no equivocarme si señalo que esta presentación del Financiero significará que se va a incrementar la presencia del cristal y del vidrio en las futuras terrazas de María Pita y la Marina, lo cual es una buena noticia, porque la experiencia de Porto hará que sean más atractivas. Galería de alcaldes No quisiera finalizar esta crónica sin referirme a la presentación de un nuevo cuadro para la galería de alcaldes. En esta ocasión, el protagonista era Federico Tapia y, la autora del cuadro, la académica y excelente retratista Marichu Mateo de Arenaza. Tengo por ambos admiración. Al alcalde porque, desde los seis años, su nombre estuvo unido durante mucho tiempo a mi calle y, además, porque fue un hombre cabal, honrado y muy respetado. A Marichu por grata amistad de años, y por tenerla de colega en la Real Academia Gallega de Bellas Artes. Doble satisfacción, en suma. redac@lavoz.com