Leyendas del «Rías Altas»

La Voz

A CORUÑA

LA CRÓNICA Viaje al pasado sobre raíles

09 mar 2002 . Actualizado a las 06:00 h.

El café expreso se mueve a 145 kilómetros por hora. Talgo A Coruña-Madrid, tres de la tarde. «La estación de A Coruña tiene un encanto especial», comenta Jesús Fernández, interventor del convoy. «Son estaciones de fin de trayecto, que suelen ser más bellas que las de paso». Junto al vagón número 5 está la cafetería. Dentro, dos viajeros coruñeses discuten junto a la barra. El primero, gafas, corbata y americana, es inspector de policía. Durante cuatro años vivió y durmió sobre raíles, al frente de la Brigada Móvil. «En trenes como el Catalán o el Atlántico había criminales míticos. Como El Orejas, que se hacía pasar por un pueblerino despistado y, cuando te compadecías de él, ya te había robado la cartera». Frente a él, un hombre de canas comenta los cambios en las vías que unen A Coruña con la capital del Estado. «Antes la gente era más sociable en los trenes. También había cosas curiosas, como viajeros con gallinas». El inevitable Rías Altas, que unió la ciudad con Madrid durante décadas, surge como tema de conversación. La mayoría padece de nostalgia por sus vagones azules oscuros y sus letras de color amarillo. Dejó el servicio en 1999, y nadie de entre los presentes sabe dónde descansan sus restos. Todos están convencidos de que se cumplirán los plazos que llevarán la alta velocidad hasta A Coruña, y coinciden en el golpe que supondrá para los puentes aéreos. El tren se detiene poco antes de llegar a Puebla de Sanabria. Una jugada del destino. A la derecha, inmóviles, oxidados y envejecidos reposan cuatro vagones. Carruagens-Camas, se puede leer en amarillo sobre los coches azules oscuros. Jesús Fernández sonríe. «Sí, seguro que alguno de ellos ha formado parte del Rías Altas».