La polémica del «palo que canta»

Xurxo Fernández Fernández
XURXO FERNÁNDEZ A CORUÑA

A CORUÑA

Vecinos del Castrillón manifiestan su descontento con la colocación de antenas de telefonía móvil en la zona No usan móvil y maldita la gracia que les hace el invento. Viven en el número 31 de la calle Fariña Ferreño. Justo enfrente de una de esas antenas de telefonía que tanto detestan. No les estropea la vista. Ni siquiera lamentan que la estructura de metal sea un atentado al buen gusto. El problema de Emilia, Celsa, Josefina y Dolores tiene que ver con la salud. Alguna habla de jaquecas. «Pita», aseguran. Los indios llamaron palos que cantan a los postes de telégrafo en la pradera. Hay cosas que no cambian con el tiempo.

22 nov 2001 . Actualizado a las 06:00 h.

«Las antenas esas pitan». Lo afirma Dolores López, asomada a su ventana del primer piso. Desde abajo, su marido asiente y le dice «cuéntale, cuéntale lo del dolor de cabeza». Y ella va y lo cuenta: «Pues eso, que tengo que ir al médico, porque me duele mucho la cabeza y no consigo dormir. Me paso toda la noche despierta». «Pero, ¿por la antena?». «Hombre, nunca me había pasado antes, hasta que la pusieron ahí enfrente». Su marido apunta que no están solos en su cruzada contra el artefacto. Que todos en el edificio opinan como ellos, y la mayoría de vecinos del barrio tampoco quieren la antena. Comprobar esta afirmación es sencillo. La primera en contestar al interfono es Josefina Calviño, en el tercero. Lo tiene muy clarito: «Que las pongan en otro sitio, supongo que habrá un lugar donde no molesten, lejos de la gente». A ella los pitidos le importan poco, pero «dicen que son muy malas y nadie preguntó si las queríamos antes de ponerlas». Celsa García, que vive en el quinto piso, y Emilia López, que ocupa el segundo -en el cuarto nadie da señales de vida- ejercen de buenas vecinas y están de acuerdo con todo lo que dijo el resto. Radiaciones Pero en el barrio hay más gente que las habitantes del portal 31. En la plaza de la avenida de los Caídos juegan unos chavales. Se llaman Andrés y Tomás. Al segundo las antenas de telefonía le preocupan bien poco, pero el primero algo ha oído en casa sobre el tema: «Dicen que hay que quitarlas porque dan radiactividad, ¿no?». José Antonio Lobato tiene un bar en la zona y también está preocupado por las radiaciones que puedan emitir los aparatos. Dice que el tema se comentó en el local «sobre todo cuando se estaban construyendo» y, aunque no tiene una idea clara sobre posibles riesgos, sí que sabe que «la gente no está de acuerdo con las antenas, pero lo que yo realmente no entiendo es cómo las autorizaron las comunidades». Eso se debatirá la semana que viene en una reunión convocada por la asociación de vecinos del Castrillón. Su presidente, Domingo Verdini, comentan que «cada vez nos llegan más quejas sobre el tema».