Un faro en el laberinto urbano

Luís Pousa Rodríguez
L. POUSA A CORUÑA

A CORUÑA

X. LOBATO / C. QUIAN / X. CASTRO

Media docena de rincones ofrecen las mejores perspectivas del monumento más emblemático de la ciudad La Torre es A Coruña. O viceversa. La ciudad se resume en un faro de piedra alzado por la leyenda, o por los romanos, y reconstruido luego durante la Ilustración. Muchos siglos después, sigue alumbrando las tinieblas de A Coruña desde lo alto de su península. Un día, alguien alzó un telón de viviendas en As Lagoas y la ciudad perdió su símbolo entre una maraña de tejados. Ahora, el turista que quiera catar en el horizonte el gran faro tiene que buscarse la vida por los rincones de A Coruña. A la vuelta de cualquier esquina, la Torre se puede alzar ante el atónito espectador, flanqueada por edificios de otras épocas. Y hay regalos del azar, perspectivas únicas, como desde el monte de San Pedro. En el Acuario, los pulpos crecen en un jardín a la sombra del faro. Allí se obtiene una de las mejores visiones de la Torre. Unos metros más allá, en la playa de As Lapas, uno puede imaginarse a solas con la Torre, en una península rendida a las flores del tojo y donde crecen, como especies silvestres, esculturas y menhires.

08 feb 2001 . Actualizado a las 06:00 h.

Para sofisticados o anglófilos, se recomienda calzarse una gorra y practicar el golf en un mar de césped vigilado, también, por Hércules y por el cráneo enterrado de Gerión. Lo que en tiempos fue el punto más alto de la ciudad, el parque de Santa Margarita, prueba que A Coruña ha crecido hacia el firmamento para ocultar, cuando menos, la base del faro. Un bosque de edificios castra aquí los cimientos de la Torre de Hércules. El Millennium nos regala ahora una perspectiva nueva del faro romano. Tras el cristal tallado se agazapa, al fondo, una Torre insólitamente limpia y sin recortar, erguida, con la soberbia que da la historia, sobre un mar erizado de espuma. Desde Riazor Desde Riazor y el Orzán, el monumento queda velado tras una muralla de inmuebles. Por eso, sólo un helicóptero, una vista aérea, ofrece la visión del coloso. La nueva arquitectura sí brinda, en este caso, un matiz de genialidad, ya que el diseño de Arata Isozaki para la Domus añade un vela de pizarra sobre el fondo de la Torre. Luego, cada viajero puede lanzarse a la caza y captura de perspectivas inéditas del faro.