A por la séptima carrera

María Jesús Fuente Decimavilla
María Jesús Fuente VIGO / LA VOZ

CIENCIA

M. Moralejo

Manuel Alonso Macías, con 80 años recién cumplidos, se licenció en septiembre en Ciencias Políticas, su sexto título universitario

04 dic 2012 . Actualizado a las 07:00 h.

Con 80 años recién cumplidos, a Manuel Alonso Macías no se le pone nada por delante que no sean libros. En septiembre se licenció en Ciencias Políticas y van seis.

Nacido junto al simbólico olivo de Vigo, empezó su periplo universitario con 17 años, al finalizar el bachillerato, y se estrenó como Perito Industrial. Simultaneó esos estudios con Mecánica y continuó con Ingeniería Técnica Industrial en la rama de Electricidad.

Una vez casado, el gusanillo le llevó a ampliar su formación con el título de profesor mercantil (en la actualidad, Empresariales).

Con 54 años obtuvo la licenciatura en Derecho, a la que le siguió en el 2003 la de Geografía e Historia y, por último, este año, Ciencias Políticas.

Con semejante currículo no es de extrañar que sus ocho hijos le sorprendieran en su último aniversario con una pancarta en la que rezaba: «Papá, a por la séptima».

Duda si hacer otra carrera, pero acto seguido confiesa que no sabe si será Filosofía o Teología. Para abrir boca, ha acudido a un congreso sobre esta última disciplina en la Universidad Pontificia de Salamanca. «Soy católico, apostólico y romano, pero tengo las lógicas dudas y quiero manejarlas, no descarto nada», explica.

A continuación hace gala de su modestia: «Me considero tonto porque no sé para qué hice tantas cosas; de lo que me siento orgulloso es de no tener ningún suspenso en todos los expedientes».

Tiene claro que lo más importante de su vida ha sido su mujer Manuela, fallecida hace un par de años, «complaciente y sufrida porque aguantó todo esto y me dio a mis ocho hijos, que son una piña; cada día voy a comer a casa de uno».

Desde su muerte ha pasado momentos complicados y llegó a pesar 59 kilos. «La conocí hace 60 años y estuvimos casados 53», recuerda sin abandonar la sonrisa mientras mira a su actual compañera, la gata Valentina.

La trayectoria de Manuel Alonso traspasa los límites universitarios y se extiende a otros ámbitos de la formación avalados igualmente por títulos. Es agente de la propiedad inmobiliaria, administrador de fincas, perito tasador de seguros, piloto de vuelo deportivo, patrón de embarcaciones y jinete federado. «He volado, he tenido caballo y un barco de seis metros y pico», comenta como quien no quiere la cosa.

El secreto: «Me atrae el estudio, ser polifacético; me gustaría ser un hombre del Renacimiento; duermo muy poco, cuatro o cinco horas, y no me levanto cansado». De su memoria, dice, «no está mal».

Otras claves de su buena forma son la alimentación y el buen humor. «Como de todo sin discriminación, soy un porco de mala raza, de los que no engordan y a los que no matan, los más felices porque para ellos no llega el San Martiño; además, no tengo colesterol ni historias de esas», comenta.

Amigo de bromas, lo cual no evitaba que le cayera alguna reprimenda a sus colaboradores. Tiene amistades de todas las edades y tipos, algunas a través de sus hijos y otras, por los compañeros de estudios o de trabajo.

Su vida laboral se inició en una empresa de instalaciones y suministros industriales eléctricos de A Coruña. Una ciudad en la que residió cinco años y de la que se declara entusiasta al margen de los lazos familiares. Su tío abuelo, Linares Rivas, dio nombre a una conocida avenida.

En Vigo, fue socio de un grupo de empresas auxiliares del automóvil y profesor titular del campus cuando aún dependía de la Universidade de Santiago. Hasta este mismo año ha sido perito judicial e incluso tiene asuntos pendientes hasta junio del 2013. Escribe a mano, sobre todo, poesía, tiene casi a punto un opúsculo y dos tesis en cartera.