Las lecturas de los partidos algunas veces están supeditadas al resultado, con lo cual, estás esperando al pitido final para poder efectuar el análisis pertinente. Algo injusto en mi opinión, porque a veces las cosas no acaban bien pero hay un trabajo que no es valorado como se debe; y al contrario, si el resultado te sonríe, lo malo acaba por olvidarse. Lo de ayer, como dicen ahora, ni tan mal. Porque enfrente había un grupo de buenos jugadores en fase de convertirse en un equipo. Porque en la alineación local estaba un canterano y en la convocatoria otros tres. Porque tu pichichi estaba sancionado y porque uno de tus jugadores en mejor forma llegaba de competir un día antes con su selección.
El equipo no defraudó, sigue compitiendo cada balón como si les fuera la vida en ello. Concede menos opciones al adversario. Se muestra más equilibrado. Con todo lo cual da síntomas de evolución. El resultado afianza la propuesta, aumenta la seguridad, crea certidumbre. Muy necesario para jugadores, técnicos, club y aficionados. Estos últimos lo tienen bastante claro. De lo que depende de ellos, van a cumplir hasta el final. La sensación es que ya dieron el primer paso, y ese paso es duplicar esfuerzos. Cada aficionado que valga por dos. Cada ánimo por dos, cada aliento por dos. Multiplicar su presencia es el reto que tienen ante sí. Creo que es un ejemplo el que está lanzando la grada. Así que no creo que los jugadores, ni los técnicos, ni la dirección deportiva ni el club, no se sumen a este levantamiento, a esta revuelta pacífica pero sumamente activa. Cada uno tendrá que valer por dos, solo así será posible.
Un ánimo especial al cuerpo técnico dirigido por Hernán Pérez, que se deja asesorar por su equipo en el descanso del partido, que escucha paciente, reflexivo, prudente, para luego decidir. Reto antológico este año que le hará ser mejor entrenador. Suerte, liderazgo y acierto.