Segundo y Pilar son una pareja única. Han llegado los dos a los cien años juntos «e sen rifar demasiado». «Hai días de abrazos e outros sen eles, depende de se o merece», dice ella. Toda una vida de amor
02 feb 2019 . Actualizado a las 23:23 h.Es imposible no rendirse a la historia de amor de Segundo y Pilar porque ellos sí llevan toda una vida juntos. Literalmente. Juntos en su casa de Carreira, en Zas, y juntos también, pegados uno al otro, me reciben sentados delante de su cocina de leña. «Ven, achégate aquí con nós a quentarte», me dice ella. Pilar cumple el día 7 de febrero 100 años y él sopló las mismas velas el 18 de enero; se casaron cuando ya habían hecho los 30 y durante todo este tiempo, nada menos que 70 años, han pasado muchos buenos momentos y algún sufrimiento.
«Tivemos dúas fillas, pero unha morreu hai un tempo, e temos tres netos e una bisneta, Iria, de 15 anos», me cuenta Segundo, que no quiere hacer alarde de ningún tipo cuando le pregunto cuál es el secreto de un matrimonio tan duradero: «Cadrou así, non hai máis». Pilar, en cambio, se anima a darme algunos detalles de su juventud, cuando se conocieron y se hicieron novios, porque los dos estaban destinados a encontrarse: vivían uno al lado del otro: «Somos veciños, el agora é meu marido, pero antes foi o meu veciño, e segue sendo -se ríe Pilar-; mentres non non nos xuntamos e o cura deu a bendición foi así».
«XENIO HAI MOITO»
«Pero que foi o que máis che gustou del?», le pregunto. «Ai, era bo mozo; ten corpo dabondo; aínda non hai queixa para os anos que ten», bromea con mucha retranca Pilar, que acepta confesarme alguna intimidad. «Hai días de todo, hai días de abrazos e outros sen eles, segundo o mereza e como lle cadre», se echa a reír. ¿Quién tiene más genio de los dos?, ¿quién se pelea más?
«Xenio aquí hai nos dous lados -dice Segundo-; algunha vez hai que pelexar tamén, se non é que non hai confianza».
A punto de celebrar el cumpleaños centenario de Pilar, su marido asegura que a él le entró miedo unos días antes de soplar los suyos: «Empecei a contar os días que me faltaban cos dedos, nunca se sabe; agora xa estou máis tranquilo, tiña esa ilusión de poder chegar a eles, agora xa está».
La boda de Pilar y Segundo fue un 20 de octubre de hace muchos, muchos años, pero no dan el dato concreto. «Eu xa tiña 30 -insiste él-, así que calcula. Foi un sábado pola mañá, fomos á igrexa aí abaixo e logo fun traballar no millo...». ¿Pero después os volveríais a ver? «Que va, ho. Ela foi para a casa de súa nai e eu para a de meus pais, aínda non tiñamos rematada esta casa e nin cama había nin nada, viñemos para aquí despois de dous meses de estar casados», explica Segundo, que recuerda como la peor etapa de su vida la que estuvo en la guerra, cuando ni podías comprar pan porque había racionamiento.
Su nieto Segundo, que recibe el nombre de su abuelo, es el que se encarga de cuidarlos a los dos a diario. De hecho, dejó el trabajo para atenderlos y asegura que es una suerte verlos así de bien y de contentos para la edad que tienen. «Se visten solos, se hacen la cama, bajan a desayunar y estos días de frío sí quieren se sientan juntos aquí en la cocina; pero a mi abuelo lo que le gusta de verdad es estar al tanto de todo, de las noticias y de la política». «Sabes de Feijoo, de Sánchez, de todo o de Podemos?», le azuzo . «Si, si, pero non che vou dicir a quen vou votar», me replica en cuanto me ve la intención.
«Esta non é mala época, estiven emigrado en Suíza nos setenta tamén, pero a peor foi a guerra, agora non hai queixa», apunta. «Mira, ata este lugar, Carreira, que era unha aldea perdida -añade Pilar- ten pistas por arriba e por abaixo para os coches, podes ir e vir máis facilmente, non coma antes; pero aquí o mellor día é o de Santa Mariña, o 18 de xullo, así que tes que vir á festa este ano».
Fiesta la que va a tener Pilar cuando cumpla el 7, cuando sople con su marido al lado. Eso sí que es una fortuna . «A mellor riqueza do mundo é ter saúde, porque, mira, todos estamos ben mentres somos mozos, logo todo cambia», me advierte ella. Segundo no se separa de su lado y a su manera tan gallega me contesta a la pregunta de si es feliz: «Se estivese enfadado non estariamos xuntos». «Ela tiña máis interese en casar ca min, iso si», bromea, sin perder el sentido del humor para ponerle su guinda: «Ninguén me obrigou, eh?»
Los dos se levantan para despedirme en la puerta y me soplan el secreto de la vida a los cien años: «É unha idade bastante bonita, xa non asusta tanto».