Sábado de devoción y diversión

Á. palmou / S.G. Rial

MUXÍA

Devotos y jóvenes convirtieron la víspera de A Barca en una gran fiesta

13 sep 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

El Sábado da Barca volvió a cumplir con las expectativas y convirtió la localidad de Muxía en un gran hervidero de gente a modo de ensayo -o, en algunos casos, de anticipación por si llueve- de lo que ocurrirá hoy.

La víspera de la Romaría da Barca sirvió además para comprobar que fieles y jóvenes mantienen intacta su devoción por una celebración que combina como pocas tradición, ritos, juerga y, también, alguna polémica. Y que había arrancado la noche anterior con lluvia -diluvio, por momentos- aunque no la suficiente para desanimar a los más devotos de la fiesta. Antes de eso, Jorge Mira se había impuesto también a los elementos -en este caso, la falta de luz y sonido- para leer su pregón inaugural y despertar el aplauso y los vivas finales del público, pertrechado bajo paraguas.

Ayer, las miradas y las conversaciones de los peregrinos se movían inevitablemente entre los comentarios sobre la restauración del santuario -que vuelve a acoger la romería tras el incendio que lo devastó en la Nochebuena del 2013- y los lamentos por la quietud de la Pedra de Abalar. «É unha magoa que non abale», explicaba con cierta decepción Milagros Oanes, peregrina llegada desde Arou tras recorrer a pie casi 30 kilómetros junto con su hija. Confesaba también que le gustaba más al aspecto anterior del santuario. Cierta desilusión por no lograr que la mole de piedra se moviese fue, asimismo, lo que experimentó Asunción Pose Allo, una vecina de Laxe que acude todos los años a Muxía por estas fechas y que aprovechó la jornada apacible de ayer para comer de campo con su familia al completo: marido, hijos y nietos. Su dictamen sobre la iglesia era, sin embargo, diferente: «Quedou bastante ben».

Ajenos al trasiego de peregrinos entre el santuario y la famosa piedra y sus hermanas, una multitud de jóvenes disfrutaban de la otra cara de la fiesta, la más lúdica y desenfadada, representada en las zonas de acampada -menos pobladas que otros años, aunque también más extensas- y en los aledaños del palco de las orquestas.

Una cara que tampoco es ajena a gente de otras edades, pero que en algunos casos es objeto de fricciones. Así lo explicaba Manuel Docampo, un vecino de A Coruña fiel a la romería de A Barca desde hace tiempo que sabe lo que es acampar en la zona, pero que hace ya unos cinco años optó por cambiar las tiendas de campaña por un hotel. «Viñamos un grupo de amigos, desfrutabamos da natureza, faciamos churrasco e mesmo un traía unha trompeta e tocaba, pero agora é imposible porque tamén hai que durmir e cos rapaces con música toda a noite é imposible», contaba ayer, mientras a pocos metros de él, uno de los frailes franciscanos que ha predicado en la novena, el ourensán José Manuel Bernárdez, reconducía el debate hacia la esencia original de la fiesta: «El santuario da Barca es un sitio emblemático y mágico. Aquí, en plena naturaleza, se siente a Dios como en ningún otro lugar».

Los actos de hoy

Las bombas de palenque marcarán el tránsito de la verbena del sábado al día grande de la Romaría da Barca. La misa principal será a las 12.30 y a continuación será la procesión hasta la iglesia parroquial. Suavecito y Funçao Públika pondrán la música.