El monte de O Pindo, un tesoro muy abandonado

Xosé Ameixeiras
x. ameixeiras CARBALLO / LA VOZ

DUMBRÍA

La poca atención que recibe el Olimpo celta no se corresponde con el interés que despierta entre los numerosos visitantes

23 nov 2017 . Actualizado a las 09:40 h.

El monte de O Pindo es un escenario de fantasías, leyendas, mitos y hechos históricos reales, al tiempo que constituye un paisaje difícil de comparar. El granito fundido en un volcán hace 350 millones de años dio origen a múltiples formas que bien podrían pasar por un museo al aire libre, pero algunas de ellas son víctimas de los vándalos que las pintan o inscriben con punzones.

Los senderos de O Pindo son recorridos habitualmente por gran cantidad de personas. Centenares los fines de semana de buen tiempo. Muchas de ellas sin más apoyo que la información que hallan en Internet o en el centro de interpretación de O Ézaro, que promueve rutas guiadas.

Sin embargo, la gran cantidad de caminantes que buscan los misterios de esta mole granítica echan en falta cualquier atisbo de señalización útil en gran parte de las sendas de acceso a lo alto de A Moa. Salvo algunos letreros iniciales cerca de la iglesia de O Pindo y en O Fieiro, en cuyo tramo también hay un letrero con un resumen sobre el área, así como unas exiguas flechas en algunos puntos, lo demás es ausencia de instrumentos que faciliten las aventuras de los excursionistas. No son extraño, en este sentido, los continuos extravíos de gente y los accidentes que cada cierto tiempo exigen la intervención de socorristas.

Ni los molinos, ni los riachuelos, algunos subterráneos cuyo murmullo se oye al pasar próximo a ellos, ni el castillo de San Xurxo, ni las antiguas minas, ni las calzadas, ni las inscripciones antiguas, ni las numerosas cuevas, como tampoco los restos de murallas o algunas de las rocas más curiosas tienen indicador alguno que facilite la localización a los caminantes, muchos de los cuales buscan con ahínco lugares y espacios alabados por su belleza o historia y que es imposible hallar si no es con personal especializado. Por otra parte, los senderos, muy erosionados, bien se merecerían un poco de atención. En suma, un tesoro geológico, paisajístico, antropológico e histórico muy abandonado.