Los Porrúa y sus casas

luis lamela

CORCUBIÓN

LUIS LAMELA

Apuntes históricos sobre una de las destacadas estirpes de Corcubión, de historia secular

20 oct 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

María del Carmen Porrúa Fernández es hermana de Francisco Porrúa, el fallecido editor de García Márquez, Julio Cortázar y Crónicas marcianas, de Ray Bradbury, entre otros muchos. María del Carmen es también catedrática de Literatura Española de la Universidad de Buenos Aires, y viuda de Osvaldo Guariglia, premio Nacional de Filosofía en la Argentina.

Pues bien, María del Carmen viajó en el verano pasado a España invitada como especialista en la obra de Valle Inclán y también para conocer Vilanova y aprovechar para reunirse con sus primas, las Fernández Abelenda. Y, en este viaje hizo una corta visita al pueblo de su padre, el piloto Francisco Porrúa Figueroa, con el fin de mostrar la casa Porrúa de Corcubión a su familia, que viajó con ella. Y cuando estaban parados frente a la edificación se le acercó una mujer, quien sostuvo que el Antonio Porrúa de la calle «no tenía nada que ver con los Porrúa de la casa», una afirmación no cierta.

Lo cierto es que, remontándonos al siglo XIX y a una de las numerosas ramas de los Porrúa, Francisco Porrúa Valdivieso se casó con Ana Rodríguez en 1811, un matrimonio que tuvo los siguientes hijos: Juan, Antonio, José, a su vez casado con Dolores Fernández de Castro y que no dejaron descendencia; Francisco, casado con Purificación Andrade/a, que son precisamente los padres de Antonio Porrúa Rodríguez Valdivieso, el que fue médico de Corcubión y que da su nombre a la antigua calle Principal y Recreo, y Encarnación, casada con Diego Rúa, también sin descendencia.

Y, por último, Manuel Porrúa Rodríguez Valdivieso, casado con Cándida Figueroa Domenech en 1878, piloto, residentes estos últimos en la casa de la balconada de la calle Antonio Porrúa actual, y que tuvieron como hijos a: Isolina, Ana, Celia, Gerardo, Jerónimo, María, Asunción, Manuel, Victoria, Marina y Francisco Porrúa Figueroa, precisamente este último el padre de María del Carmen Porrúa Fernández, la catedrática de Literatura que visitó este pueblo y la antigua casa de Manuel Porrúa, su abuelo.

En definitiva, que Antonio Porrúa Rodríguez, el médico, fue hermano de Manuel Porrúa Rodríguez, el abuelo de María del Carmen, el Porrúa que residió en la casa de la balconada, que no quiere decir que allí residiese también el médico en cuestión.

Con el tiempo, lógicamente, y al independizarse la mayoría de los hermanos Porrúa Rodríguez se casaron y cada uno residió en distinta vivienda. Uno de los ejemplos fue, como ya señalamos, Manuel, que residió en la antigua calle Recreo, número 12.

Otro fue Francisco, que en 1885 residía en la misma calle, pero en el número, 26. Por eso, con una familia tan numerosa en Corcubión tienen que existir otras casas de los Porrúa, además de la de la baldonada de la antigua calle Recreo y actual Antonio Porrúa, 12. Una es la situada en la plaza de Castelao, 14 (en la segunda imagen), en la que actualmente habita «Aurita del Portugués», pues en esta vivienda residió Antonio Porrúa Andrade/a, el que fuera ayudante de Marina de Corcubión entre los años 1910 y 1920, un individuo, militar retirado ya en 1924, que fue igualmente propietario del edificio en el que estuvo instalada la escuela del Pósito Marítimo, en la calle Peligros, y a la que yo asistí.

Antonio fue hijo de Francisco, uno de los hermanos Porrúa Rodríguez. En 1940 falleció su esposa, Morvila Güiferrer Martínez, dejando dos hijas: Carmen y María Porrúa Güiferrer. Una de ellas, que perdió la razón, recuerdo que protagonizó un incidente al arrojar al mar desde las instalaciones portuarias un lote de billetes de curso legal. Y, a raíz de esto, posteriormente fue trasladada a una institución compostelana. En fin, que no hay una sola casa de los Porrúa, aunque tendríamos que acudir al archivo municipal para identificar las demás, cosa que por el momento no haremos.

Cambio de nombre

No obstante, aprovechamos esta coyuntura para ampliar el conocimiento sobre el médico que da nombre a la calle. La realidad es que fue el 7 de julio del año 1900 cuando, a propuesta del alcalde Constante Carrera Fábregas, se cambió el nombre de la calle Recreo, antigua calle Principal, por la de Antonio Porrúa, un corcubionés que nació en 1830, hijo de Francisco Porrúa y de Ana Rodríguez.

Antonio estudió medicina en Santiago y en 1861 ya figuraba como uno de los mayores contribuyentes fiscales, asignándole 176 pesetas, el número 26 de los «más ricos», fiscalmente, de Corcubión.

Y su hermano Francisco Porrúa Rodríguez, de 35 años y piloto de profesión, figuraba en el puesto 28 con 170 pesetas.

Antonio, médico, alcalde y comendador

 

 

Antes de 1862 Antonio Porrúa Rodríguez ya ocupó la plaza de médico de la cárcel del partido judicial y en 1863 consiguió la titularidad de médico de Beneficencia Municipal de Corcubión, un empleo que desempeñó hasta su muerte en el año 1893.

En 1887 acumuló también el puesto de director de Sanidad Marítima del Puerto, sin remuneración alguna, solamente las gratificaciones más o menos periódicas que recibía de personajes usuarios de actividades portuarias, como Plácido Castro Rivas, el propietario de los depósitos flotantes de carbón existentes en la ría. Y también Antonio ejerció de subdelegado de Medicina y Cirugía del distrito, y de miembro de la Junta de Sanidad Municipal.

Por el intenso trabajo efectuado durante aquellos años, el 5 de noviembre de 1871 Antonio fue nombrado comendador ordinario de la Real Orden de Isabel la Católica. Y, diez años después, el 11 de noviembre de 1881 le fue concedido el ingreso en la Orden Civil de Beneficencia con cruz de primera clase por los servicios prestados con motivo de la epidemia variolosa desarrollada en Corcubión desde diciembre de 1879 a junio de 1880.

Y en el aspecto político, Antonio Porrúa fue elegido alcalde el 10 de abril de 1863 y permaneció en el desempeño hasta el 6 de enero de 1865. Durante su mandato se diseñó el primer proyecto de urbanización del campo de la Viña. En el año 1864 hizo un discurso en el que expuso la carencia de recursos municipales y la necesidad de progresar con la marcha de los tiempos, esbozando las más urgentes necesidades de la villa de San Marcos: reparar la calle principal, construir el alcantarillado para canalizar las aguas residuales hasta el mar, instalar el alumbrado nocturno y la necesidad de contratar a dos serenos... En este ámbito deberíamos destacar la política de sanidad pública por él encabezada. Impuso la obligación de construir cloacas y desagües y cañerías por cuenta de los propietarios de nuevas construcciones, así como con otras medidas de tipo higiénico tendentes a adecentar aspectos y salubridad de las calles, como la limpieza y retirar la basura, el vaciado de charcos, la retirada de estiércol y la circulación de carros por la vía pública...

Dos de los hermanos de Antonio también ejercieron de alcaldes de la villa de las Mercedes. Manuel, el abuelo de María del Carmen, que nació en 1835, piloto de profesión, fue elegido el 16 septiembre de 1876 y permaneció en el cargo hasta el 28 de febrero de 1877. Tres años más tarde, en 1880 aparece como agente de la Lloyd’s. Y, además, fue profesor del colegio de la Fundación Fernando Blanco de Lema, de Cee, y director del mismo colegio en el año 1898. Y, Francisco, nacido en 1825, y capitán de buque, fue elegido el 6 de abril de 1881 para cesar el 30 de junio de 1883. Con anterioridad a los tres hermanos, fue elegido su padre, Francisco Porrúa Valdivieso, nacido en 1798, y hacendado, desde el 20 de abril de 1838 al año 1839. Y, también su tío, José Porrúa Valdivieso, del 10 de mayo de 1825 al 12 de julio de 1926, repitiendo en el año 1836.

Además, los hermanos Porrúa Rodríguez Valdivieso también fueron armadores de buques en el Corcubión de 1861, concretamente propietarios del bergantín Ramoncito, matrícula de Corcubión; del bergantín San Manuel, matrícula también de Corcubión y del bergantín Glorioso San Antonio.

El médico Antonio Porrúa Rodríguez falleció, soltero, el 3 de marzo de 1893: «Nosotros somos Porrúa de Corcubión, con todos los sentimientos y todos nuestros sueños. Con orgullo», me dice desde la Argentina, Jesús B. Porrúa, el hermano de María del Carmen. El haber nacido en una tierra lejana no borró su corcubionismo, el corcubionismo de sus mayores.