Supersticiones

Ramón Romar MI ALDEA DEL ALMA

CARBALLO

MATALOBOS

Mi aldea del alma | «Hoy hay mucho escrito sobre la superstición en Galicia, pero para escribir sobre ella me llega con lo que vi y viví. Citaré tres casos»

04 mar 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Hoy hay mucho escrito sobre la superstición en Galicia, pero para escribir sobre ella me llega con lo que vi y viví. Citaré tres casos: de los dos primeros no vi nada escrito en libros, y del tercero, hay muchas variantes, pero sólo comentaré lo que viví en primera persona siendo niño.

Os Rescritos. Eran conxuros escritos en cuartillas que hacían los curas, antiguamente a mano y luego a imprenta; supongo que los seguían vendiendo los curas. Eran contra los rayos, enfermedades de las personas y del ganado, etc. Conservo uno de imprenta escrito en latín, con la Cruz de San Benito, y a cada lado un ángel. En el interior de la cruz tiene sus 24 letras seguidas de un punto. En medio de la redacción, en letras mayúsculas y en castellano, dice: CONTRA LOMBRICES; sigue la redacción en latín y en un hueco figura escrito a mano Andrés y más. Como se aprecia, cubría a mi abuelo y a toda la familia.

Bendición das leiras. Todas las fincas de cultivo eran bendecidas el día de la Ascensión. Se cogía el agua bendita, que previamente se había recogido en la Iglesia el Sábado Santo, y el ramo del Domingo de Ramos. Se iba por las fincas, se cortaba una ramita del ramo, se mojaba en el agua bendita, y al tiempo que se hacía una cruz sobre la tierra, se decía el siguiente conxuro: Fóra ratos/ fora sapos / fóra bichos de mala nación / que aí ven o ramo de oliva /coa sua bendición.

Y en el centro de la cruz se clavaba la ramita de olivo. No se hacía sólo para ratones y sapos; también era contra las pestes agrícolas y las tentaciones de los malos vecinos.

O aire. Este mal era reconocido en España, Portugal o Italia como causante de muchas dolencias. El mal aire le dio el nombre en Italia a la fiebre palúdica, la malaria. Se decía que una persona tenía o aire cuando estaba decaída, agotada o sin ganas de nada. Debido a mi niñez enfermiza, creo que batí todos los records de esta enfermedad, y me sacaron «o aire» de mil maneras. Estos son los métodos que recuerdo: 

1. El humo de las hierbas del día de San Xoán (se recogían la noche anterior a San Juan) o espadanas (espadañas) del día de Corpus, que se esparcían por donde pasaba la procesión del Santísimo y nada más pasar se recogían. Para sacar el aire se quemaban lentamente sobre una teja en la cocina. Luego yo le daba las manos a la pitonisa y dábamos nueve vueltas alrededor del humo, al tiempo que ella decía unas oraciones. 

2. El método do pexegueiro (pérsigo), árbol frutal típico de Galicia, necesitaba un arbolito de un año o dos. El sistema era similar al del humo, pero las vueltas se daban alrededor del pexegueiro. El remedio daba resultado si el arbolito se secaba. En mi caso, que yo sepa, nunca sucedió. En casa de otra pitonisa se hacía en la figueira (higuera). En este caso, no se daban vueltas, y la higuera era muy vieja.

3. Para otro tratamiento había que ir a buscar un toxo que creciera en un lugar que viese el mar, arrancarlo con la mano izquierda antes de salir el sol, traerlo para casa sin que nadie viera al que lo traía y por consiguiente sin hablar con nadie durante el camino. Se quemaba y se echaba la ceniza en un barreño con agua, en la cual me bañaba, rezando los presentes varios padrenuestros durante el baño. Al final se colaba el agua con un paño blanco, se compactaba la ceniza y al abrirlo con las manos se podría apreciar lo que había producido el mal al enfermo. En mi caso (y ante el asombro de los presentes) recuerdo que dijeron que se veían unos pelos de gato. Me había sentado donde habían estado ellos, y fueron declarados proscritos, por incompatibles, y andaban a cien por hora por la casa.

4. Otro procedimiento era el de coger nueve toxos de nueve casas donde viviese una María, quemarlos, y seguir con el caso anterior. Aparte de los gatos había muchas otras causas que ocasionaban el mal do aire, como por ejemplo: ver cerdas o vacas recién paridas, ver sapos, culebras, y el más frecuente, ver una persona muerta o simplemente el ataúd.