Las escuelas vaciadas

Cristina Viu Gomila
Cristina Viu CRÓNICA

CARBALLO

02 abr 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

Cuando cuatro unidades de tres centros tienen que repartirse solo 11 niños y la Consellería de Educación pone un mínimo de cinco para mantener un aula, queda más que claro que las cuentas no salen. Quizá los matemáticos, que manejan números son nombres de letra fueran capaces de ofrecer una solución imaginativa a la Xunta para mantener las cosas como están, pero el problema es que las personas y sus necesidades no pueden manipularse como las cifras.

La preocupación del ANPA del Milladoiro es completamente comprensible, pero también la de las comunidades educativas de Buño y del CRA Nosa Señora do Faro. De defensa montaraz de los centros educativos no solo es perfectamente entendible sino necesaria.

La desaparición de un colegio es el principio del fin de un lugar. Sin niños no hay futuro y en la Costa da Morte hay demasiada vida que se está escapando por las puertas de aulas que un día estuvieron llenas y que ahora van vaciándose como esa España, de la que forma parte Galicia, que el domingo se manifestó en Madrid para recordar que existe y a la que los políticos miran ahora en busca de votos.

En Malpica, en la capital municipal, defienden que es mejor un colegio mayor para tener más medios y acceder a una educación de calidad, como la que tienen a su alcance los alumnos de las ciudades. Tienen razón, tanta como los que se oponen a la unificación, que ya no aspiran a la excelencia porque les han ido restando recursos, pero sí a la subsistencia. Y su lucha va más allá de los programas educativos, por muy buenos que sean. Su batalla es casi por una zona rural que está siendo vaciada por la falta de servicios y de oportunidades. Perder el colegio es demasiado, sobre todo cuando ya cediste el cuartel de la Guardia Civil o el banco.

La defensa numantina del colegio no es por la comodidad de tener los niños a mano, sino por la necesidad de que no te dejen más huérfano de prestaciones porque sabes que es la puntilla que terminará con el lugar en el que vives.

El vaciado del rural es una guerra y como en tiempos de combate las respuestas no se miden ni se meditan y uno se siente siempre atacado. Debe ser así porque solo la pasión puede evitar que se siga perdiendo población, que cada vez haya menos niños y menos maestros, porque en una sola aula caben los seis niveles de primaria.

Seguro que muchos padres recuerdan esos colegios llenos, igual que las plazas, los cafés e incluso las tiendas. Todo se ha ido vaciando y solo queda esperar al estío para que vengan los turistas, los hijos y los nietos. Pero el veraneo no es la vida y esta solo es posible empezando por el colegio.