La muerte no siempre es para otro

Antonio Longueira Vidal
Toni Longueira CRÓNICA

CARBALLO

15 feb 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Fueron apenas 25 minutos. Eran las cinco y media de la tarde de ayer y llovía de forma tenue e intermitente en la DP-1914. Los vehículos circulaban con las luces de cruce encendidas y la zona de A Alta de Entrecruces ya no era visible por culpa de la niebla. En esos 25 minutos la jefa provincial de Tráfico en A Coruña, Victoria Gómez, y el responsable del destacamento de Tráfico de la Guardia Civil de A Coruña, José Manuel López Santiso, pararon a siete personas en la recta de Rus, uno de los tramos de mayor siniestralidad de la Costa da Morte y escenario de numerosos accidentes mortales en los últimos años. Pues bien, de estos siete peatones, solo uno, Alsira Filgueira Agrelo, llevaba el chaleco reflectante. Y debe tener tiempo porque no era un amarillo precisamente reluciente. Según explicó Alsira, este prenda tenía entre 15 y 20 años y se lo había entregado su marido. Alsira estaba hablando con otros dos vecinos de A Canosa, Jesús Porteiro y Josefa Tasende. Ambos reconocieron que tienen en sus casas esta prenda reflectante de obligado uso para peatones, pero ni uno ni el otro lo llevaban ayer puestos. Y eso que venían de la farmacia.

Luis Agrelo Collazo cumplirá el próximo mes 91 años. Ayer salía de un bajo de su propiedad y los agentes lo pararon para explicarle la necesidad de usar el chaleco reflectante, además de regalarle uno con motivo de la campaña de prevención iniciada ayer. Este vecino dijo que tenía uno en casa y el que le dieron los agentes se lo iba a dar a su mujer, que no tenía. Por cierto, su esposa salió de casa, situada justo enfrente del bajo y cruzó la carretera por una zona no habilitada para peatones, cuando a unos 20 metros había uno habilitado. Y como sucede en la mayoría de los casos, tampoco llevaba prenda reflectante alguna.

Pese a la elevada siniestralidad, la muerte de vecinos, amigos y familiares atropellados en los últimos años, eran muy pocos los que vestían debidamente visibles para los conductores entre Rus y Entrecruces.

Las campañas de Tráfico y de la Guardia Civil no parecen surtir efecto. Sigue existiendo esa sensación de que la muerte es para el otro y que a uno no le toca toca. Es el exceso de confianza que lleva a un peatón a circular por el arcén, si es que lo hay, dando la espalda a los vehículos, o a no mirar cuando se va a cruzar la carretera confiando en que te van a ver. Es cierto que la DP-1914 precisa de una mejora en el alumbrado público. Copiar el modelo de Arteixo, donde han instalado varios focos apuntando a los pasos de peatones. Pero no es menos cierto que la sociedad continúa sin concienciarse de lo que supone caminar junto a una vía tan transitada como esta. Luego pasa lo que pasa y vienen las lamentaciones. Y las críticas.