Vuelta a empezar

Luis García LA PIZARRA

CARBALLO

15 sep 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Parece que fue ayer, pero pasaron casi tres meses desde que escolares y docentes abandonaron la rutina cotidiana de las aulas. Y en estos días unos y otros, y también los padres, se afanan en los preparativos para el inicio del nuevo curso, ultimando detalles para volver a empezar. Y es de suponer que todos con el deseo de que se cumplan las expectativas de mejora personal y de aprendizaje.

Sin embargo, las expectativas de unos y otros pueden verse lastradas si se confían solo al entusiasmo inicial y cada agente de los implicados no hace sus deberes: los profesores haciendo asequible lo que pueda parecer difícil y marcando una línea de trabajo y de exigencia. Los alumnos, con el trabajo diario y con el aprovechamiento de las clases. Y los padres, estando vigilantes a las posibles desviaciones de la línea inicialmente trazada. Normalmente las cosas se ven venir y sería un error esperar a diciembre, a los resultados de la primera evaluación para tomar medidas; tal vez sea ya tarde.

Por otra parte, toda labor educativa, ya sea en la familia o en los colegios, debe estar basada en un clima de confianza, que en cualquiera de los ámbitos se convierte en todo un reto educativo, una cualidad imprescindible para conseguir en las relaciones profesores -alumnos y padres- hijos haya verdadera educación y no solo instrucción o mero aprendizaje técnico.

Educar no es solo instruir, es una labor que va más al fondo; se trata de templar el alma para las dificultades de la vida; se trata, también de ir consolidando hábitos operativos buenos, tratando de eliminar lo negativo. Y en este proceso de mejora personal deben participar todos (centros educativos, familia...), sabiendo que el todo siempre será mayor que la suma de las partes.

Estrenamos curso escolar y con él algunos cambios normativos derivados de la aplicación de la Lomce, aprobada en 2013, concebida para aminorar las elevadas tasas de fracaso escolar de nuestro sistema educativo, superiores al 20%, el doble de la de los países de la OCDE. Si bien el marco normativo puede ayudar a los buenos resultados, nunca es determinante, pues son los actores directamente implicados los que harán que resulte el éxito o el fracaso escolar. Y en este envite estamos todos: padres, profesores y alumnos.