La Romaría da Barca mostró su gran poder de convocatoria

Santiago Garrido Rial
s. g. rial CARBALLO / LA VOZ

CARBALLO

Procesión de la Virxe, desde el santuario hasta la iglesia.
Procesión de la Virxe, desde el santuario hasta la iglesia. XESÚS BÚA

Miles de romeros participaron en la celebración de Muxía

16 sep 2013 . Actualizado a las 07:10 h.

Hubiera estado bien una foto aérea de Muxía, ayer a media altura, a media mañana. Más que una imagen, sería una radiografía de dos elementos muy característicos de esta Fiesta de Interés Nacional. Uno, las riadas de gente desde la entrada, por O Vilar, hasta las piedras del santuario. Otra, las islas de plástico que, como en el sureste español, cubren pequeños trozos de tierra. Pero poco tienen que ver con los invernaderos almerienses, más que algunas se asientan sobre huertos rodeados de esos característicos muros que algún turista despistado confunden con castros: las tiendas de campaña, que se contaban por centenares, rodeando el núcleo hasta las proximidades de Lourido, incluso subiendo hacia la Atalaia, además de Espiñeirido e incluso A Cruz.

Queda para el debate de siempre decidir si son más o menos que otros años. El monte de la entrada estaba más descubierto que otras veces, pero parece que más por las altas tasas (económicas) por la ocupación que por la falta de demanda.

Son, en suma, las dos Barcas de casi siempre, la de los más jóvenes, seguramente antes devotos del alcohol que de las procesiones, y la de los romeros clásicos, los que nunca faltan y los que dan sentido a la celebración. Y la convivencia ayer se respiraba con aire limpio, un sol espléndido y una brisa auxiliadora para los momentos de más agobio. Luego, el menú tradicional: misa con fieles hasta arriba (literalmente, casi hasta A Ferida), procesión muy seguida (el alcalde de Camariñas asistió de manera institucional), esa gran traca de unos ocho minutos y la llegada a la iglesia, de donde hoy, último día de las fiestas, la imagen de la santa regresa a su ubicación habitual.

Fue la de ayer una celebración masiva, pero sin agobios. El plan de circulación ha mejorado notablemente. El dispositivo de seguridad (Protección Civil, Policía Local) es el más amplio en muchos kilómetros a la redonda, y además efectivo, muy encima de quienes van más allá de donde deben en las piedras. Sobre todo, con las olas de ayer, que podían dar un disgusto a los despistados. Diecisiete contenedores especiales y 14 baños ayudaban en el resto de la logística, siempre insuficiente para las toneladas de basura que se acumulan durante el día, dejando imágenes de extraordinaria suciedad, debida en gran parte a la falta de la mínima urbanidad por una parte de los asistentes.

Otro de los símbolos de la Barca (y de Muxía), la Pedra de Abalar, hizo honor a su nombre y abaló, pero no mucho. Hace falta maña. Y cuando se lograba, la alegría desbordaba.