Una Barca para adorar y abalar

Víctor Cacho CARBALLO/LA VOZ.

CARBALLO

La fe y el botellón marcan el contrapunto de las fiestas muxianas de las que gozan miles de personas, gran parte de ellas acampadas a la entrada de la localidad

12 sep 2010 . Actualizado a las 02:00 h.

Hasta el salitre bailó al ritmo de las orquestas que, durante las noches del viernes y sábado, impregnaron con sus melodías a las miles de personas que se congregaron un año más en el puerto muxián para disfrutar de las fiestas de la Virxe da Barca. Los fieles a la verbena se movieron hasta el amanecer -ayer de la mano de Trole, Máster y Ciclón- en una velada que incluyó la tradicional sesión de fuegos artificiales.

Algunos jóvenes aseguraban que acudirían hoy a la misa solemne, a pesar de no ser el principal objetivo de su visita a Muxía: «Aínda que non sexa devota, é a tradición e hai que ir», comentaba Raquel desde una de las cientos de tiendas de campaña que anegaban la zona de monte Enfesto, a la entrada del pueblo. «Eu non quero perdela por nada do mundo, por iso vou ir de renganche», apuntaba un amigo desde la vivienda contigua,

A pesar de que la romería pasó el ecuador de sus celebraciones y la mayor parte de los visitantes ya se instalaron por la zona el jueves y el viernes, todavía se podía ver ayer a más de un romero bajando por la carretera desde Baiuca en dirección al templo da Virxe da Barca o siguiendo la música de las orquestas que amenizaban la sesión vermú en el puerto deportivo. Como Martín Alvarellos, que acudía hasta la fiesta junto a unos amigos desde un cámping cercano, después de algo más de una hora de caminata. «Si hace buen tiempo suelo hacer la ruta, por tradición y para ver un poco el ambiente», explicaba. Alvarellos, uno de los responsables del propio complejo hotelero, indicaba que estos días de celebraciones reciben más llamadas «de gente que pregunta por los precios y la situación del cámping». Y es que algún turista opta por vivir la Barca alejados del botellón y de las aglomeraciones.

Malestar

«É un atraco o que cobran», se quejaba un grupo de jóvenes en una de las múltiples zonas de acampada provisionales situadas a la entrada del pueblo. Cuarenta euros que incluyen la tienda más la plaza para el vehículo. Cifra que, no obstante, dista mucho de la que llegan a pagar otros jóvenes para alquilar pisos y estudios. Cantidades que superan incluso los mil euros por cuatro días pero que, entre todos, puede salir rentable.