El espíritu de Brañas impregna todavía la vida en Carballo

Laura Matabuena

CARBALLO

28 ago 2007 . Actualizado a las 02:00 h.

En 1982, durante una semana cultural dedicada a Alfredo Brañas, se descubrió en Carballo esta obra, junto a la que después se colocó una placa conmemorativa, coincidiendo con el centenario de su fallecimiento en el año 2000.

Fueron unas jornadas en las que las letras gallegas se convirtieron en las grandes protagonistas. Aquellos días, la capital de Bergantiños vivió una reunión de representantes de la Real Academia Galega y la presentación de una edición facsímil de una de las obras del autor, entre otras actividades. A la villa acudieron importantes escritores gallegos, como Ramón Piñeiro, Fernández del Riego y Rafael Dieste, algunos de los cuales estuvieron también en la puesta de largo del monumento, situado en la plaza de Galicia.

La pieza, realizada en cobre, simula a una persona que lee y que, al recogerse en su pensamiento, conforma la silueta de un cruceiro, en el que también están presentes otros símbolos figurativos religiosos. La obra se convierte así en una mezcolanza de nueva y vieja tradición artística. Su autor fue el escultor afincado en Ourense Manuel García Vázquez, más conocido como Buciños por haber nacido en dicha parroquia lucense.

A la presentación del monumento asistieron representantes del Centro Cultural Alfredo Brañas, principales artífices de la iniciativa; así como las autoridades locales, encabezadas por el entonces alcalde, José Sánchez Vilas. También se dejaron ver otras personalidades de la política gallega, como el presidente de la Xunta, Gerardo Fernández Albor.

Alfredo José Francisco Higinio Brañas Menéndez nació en la localidad carballesa el 11 de enero de 1859. Licenciado en Derecho en 1878, fue secretario general de la Universidad de Santiago y ocupó la Cátedra de Derecho en Oviedo en 1887, para acabar ostentando en Compostela la de Economía y Hacienda un año después.

Brañas fue un importante estudioso del movimiento regionalista gallego, especialmente del más tradicional, convirtiéndose en uno de sus principales teóricos. Su aportación se percibe en obras como El Regionalismo, de 1889, uno de los escritos más completos al respecto. Gran conocedor de la cultura gallega, cultivó también otros géneros, entre ellos, la poesía, que en ocasiones dedicó a su admirada Rosalía de Castro.

Junto a ella reposa en el Panteón de Gallegos Ilustres, en el cementerio de San Domingos de Bonaval, en un mausoleo costeado por suscripción popular, tras morir el 21 de febrero de 1900, a los 41 años.