Imaginación

CARBALLO

ARA SOLIS | O |

21 feb 2007 . Actualizado a las 06:00 h.

TAL VEZ se deba a que me estoy haciendo demasiado mayor, pero la verdad es que no entiendo que gracia le ven los chavales a ponerse un mono de trabajo y tirar petardos en la calle o empapar con una fumigadora a aquellos incautos que se atrevan a pasar por su lado. También les gusta lanzar bombas fétidas y, ya puestos, en algunos casos aprovechan para destrozar alguna que otra papelera. Me temo que esa es su idea del carnaval y quizás también la venganza hacia sus padres, los mismos que cuando eran pequeños se rascaban el bolsillo y la imaginación para que sus niños fuesen los más guapos del entroido y los vestían de piratas, indios o princesas. Lo que está claro es que hoy en día los más jóvenes van a lo fácil. Para la gran mayoría de ellos el entroido se ha convertido en una época de vacaciones escolares y gamberradas en la que parece que todo está permitido. Por eso, lo único importante es taparse la cara -son gamberros, pero no tontos, y no quieren ser reconocidos- y gastarse la paga en esos petardos que cualquier día les dejarán sin dedos (¿no estaban prohibidos?) Por eso también es reconfortante ver que todavía hay chavales que aunque ya hayan perdido la inocencia, aun conservan la ilusión por el carnaval. Y participan en comparsas o se las ingenian y se entretienen confeccionando los disfraces más disparatados con los que siempre nos sorprenden en los desfiles que se celebran en toda la Costa da Morte. Es alentador comprobar que, aunque pocos, todavía quedan jóvenes con imaginación para los que pasarlo bien no significa reírse de los demás, sino con los demás. Que huyen del socorrido buzo azul y se divierten revolviendo en el armario o haciendo virguerías con hilo y aguja. Reconforta ver que el carnaval es algo más que petardos. O es que tal vez me estoy haciendo demasiado mayor.