Flores para Don Francisco

Eduardo Eiroa Millares
E. Eiroa CEE

CARBALLO

MILLARES

Crónica | Solemnidad en Corcubión Un corcubionés costea el homenaje a un cura vinculado a la villa fallecido en 1963, acto en el que actuó la gaiteira Susana Seivane

25 oct 2003 . Actualizado a las 07:00 h.

Por todo lo alto se celebraron ayer con Corcubión los cuarenta años -que se cumplen el martes- del fallecimiento de Francisco Sánchez Adanza. A las cinco de la tarde la iglesia de San Marcos se llenaba de fieles, especialmente de gente mayor que quiso rendir homenaje a quien fuera, dicen, un hombre de cualidades humanas indudables. En la plaza de la iglesia una alfombra floral compuesta de pétalos de margaritas blancas y rosas del mismo color en forma de cruz recibía a los asistentes. Una banda de música evidenciaba fuera que se celebraba una ocasión especial. En el cielo sonaban minutos antes bombas de palenque y dentro de la iglesia, el coro Airiños de Quenxe y la gaiteira Susana Seivane evidenciaban que la ocasión era solemne. Oficiaban misa seis sacerdotes. Sobre el altar un mantel de encaje bordado en letras de oro anunciaba a quien se dedicaba el homenaje. Francisco Sánchez Adanza fue cura en Corcubión durante los peores años de la guerra civil y la posguerra. Falleció en 1963 y, ayer, José Romero Fernández quiso rendirle homenaje. Tras la misa se descubrió un busto del cura en bronce, obra de Magín Picallo. En la puerta de San Marcos se repartieron mil rosas, estampas y revistas en papel satinado con la historia del párroco. «Sánchez Adanza -comentó Norberto Pais, primer teniente de alcalde del Ayuntamiento- renunciou a todo por axudar ós necesitados e salvou a moita xente durante a guerra». Precisamente por eso desde ayer, el párroco Francisco Sánchez Adanza tiene un sitio ilustre en Corcubión.