OLAS ASESINAS

La Voz

CARBALLO

X. AMEIXEIRAS

16 ene 2002 . Actualizado a las 06:00 h.

La ley es la ley, pero, aunque ha de ser justa, en ocasiones -más de las que sería de desear- no lo es. Así que los legisladores deben hacer el esfuerzo necesario para que lo sea. Que alguien con potestad y autoridad diga que recoger percebes no resulta peligroso es una temeridad. Casi tanta como lanzarse a extraer los sabrosos crustáceos en días de temporal en lugares como Touriñán o a los pies de las cruces de O Roncudo. Que una persona de sesenta años tenga que saltar de roca en roca para huir de las olas asesinas es como obligar a Gento a que corra de nuevo el extremo como un chaval de veinticinco años o perdile a Fraga que vuelva a bañarse en Palomares, aunque uno ya no sabe de lo que sería capaz. No tiene ningún sentido que los percebeiros con problemas físicos se vean en la necesidad de jugarse la existencia para ganar para comer y para abonar las cuotas de la Seguridad Social mientras ven como miles de empleados de grandes empresas tienen la suerte de prejubilarse y vivir a cuerpo de rey.