AQUÍ EL RELLENO ES MÁS QUE DULCE En esta pastelería te lo hacen hasta de billetes. Sorpresas para todos los niños de la casa, cien euros para el ahijado en un roscón y hasta una petición de matrimonio. Y tú que sigues buscando la figurita...

NOELIA SILVOSA

Lo de apuñalar todo el roscón con el cuchillo hasta pinchar en algo duro es un clásico de cada mañana de Reyes. No tanto por encontrarse esa figurita que, casi con total seguridad, te llevará menos tiempo perder del que has empleado en encontrarla. El tema es sentir ese gusanillo de haber sido tú el agraciado. Pero ahora imagínate que en lugar de ese muñeco en miniatura lo que te encuentras es un fajo de billetes. ¿A que la cosa cambia?

De ello se encargan en una panadería de Ribeira, La Boutique del Pan Isabel. Aquí los rellenos son a la carta y no consisten únicamente en tirar de crema pastelera. Cien euros para el ahijado, setecientos para la niña de la comunión o una petición de matrimonio. Todo cabe en los roscones con más premio de Galicia. «Lo más surrealista fue el fin de semana pasado. Hicimos una tarta para un 52 cumpleaños y metimos una muñeca hinchable dentro», relata Isabel Cárdenas, que está del otro lado del mostrador para atender todo tipo de peticiones: «Le metí un velón blanco con una planta de Navidad, así que parecía una tarta navideña, pero dentro estaba la muñeca empaquetada». En otra ocasión, introdujo 700 euros. «Fue para una comunión. Dentro estaban los billetes, que salieron todos enrollados en bolsitas transparentes», cuenta la dueña, que deja a su marido la faceta pastelera y se atribuye a ella la imaginación para materializar todas las peticiones que le llegan.

«En Colombia yo crecí viendo esto, porque allí se llevan más este tipo de cosas», añade. Una filosofía que traslada también al roscón, en el que ha metido desde mensajes hasta peticiones de perdón e, incluso, los mil euros de una chica que se los quería regalar a su hermano por la boda de la forma más original. A la magia de los Reyes, Isabel le añade también la de multiplicar las sorpresas dentro del mismo roscón. «Nos pidieron, por ejemplo, uno con cuatro sorpresas para los cuatro niños de la casa», señala. Sin duda, un buen método para evitar lágrimas y peleas innecesarias por el premio.

HASTA DE FERRERO ROCHER

Más allá de todo este despliegue creativo, los rellenos de esta pastelería también pueden ser dulces. «El que más nos piden es el de nata. Vendemos más roscones con ese relleno que sin él», indica la pastelera, que detalla que hacen opciones sin lactosa y que también ofrecen otros sabores como el chocolate, la crema, el merengue o el toffee. Pero aquí se atreven a improvisar también a petición del cliente y a innovar con nuevas fórmulas si la situación lo requiere. «La última fue una chica, que nos dijo que si podíamos rellenar su roscón de Ferrero Rocher, y se lo hicimos. También otras veces lo rellenamos con moka, plátano... de todo», detalla Isabel, a quien también puedes pedirle que te lo rellene al momento si lo quieres de nata, crema, trufa o chocolate, que son los sabores que ya tienen preparados. Eso sí, cuando se enfrenta a elaboraciones más especiales prefiere encargarse ella misma del transporte. Es el caso de la tarta con muñeca hinchable incluida: «La acerqué yo misma a un chalé a las once y media de la noche. Son cosas delicadas y prefiero asegurarme de que llegan en perfecto estado y de que no hay ningún problema». Lo que tienen en común todos los roscones es que viajan directos del obrador de su marido Enrique, Falcón de Aguiño, hacia la panadería de Ribeira. De allí salen entre 750 y 800 cada año, y las ventas suelen alcanzar los mil entre los dos establecimientos.

«Contando los encargos de toda la zona, porque en las aldeas y sobre todo la gente mayor es muy previsora, y los que se compran el mismo día, llegamos siempre a esas cifras», apunta Isabel, que recuerda que hasta los más despistados pueden ir a comprar uno recién hecho el propio día 6. «Los roscones que se venden hoy, los hacemos hoy; y los de mañana, se hacen mañana. Tenemos tres hornadas cada día, incluido el de Reyes», asegura la camarera, que vende el pequeño a 8 euros, el mediano a 12 y el grande a 14,50. Si lo quieres relleno, apunta 3 euros más. A no ser que quieras rellenarlo con billetes. Ahí la diferencia ya corre de tu cuenta.