Javier Miñones: «Soy como un compoñedor de ósos, pero con docencia, con estudios»

Cristina Viu Gomila
Cristina Viu CARBALLO / LA VOZ

NOIA

MARCOS CREO

PERSONAS CON HISTORIA | De origen vimiancés, pero nacido en Madrid, se instaló en Galicia con la pandemia

09 mar 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Javier Miñones (Madrid, 1972) era candidato por Ahora Madrid, el partido que lideraba la exalcaldesa Manuela Carmena, en las elecciones del 2019 cuando se vio obligado a hablar con la responsable de prensa para no salir perjudicado por un suceso ocurrido por entonces en Vimianzo, el municipio de origen de sus padres. Ahora utiliza más que nunca el Lavandeira materno para diferenciarse del hombre de Vimianzo que intentó entonces matar a cuchilladas a una mujer.

El detalle no deja de ser una anécdota, porque lo que realmente tienen chicha en la vida de este madrileño vimiancés es que ha le ha dado la vuelta a su existencia en dos ocasiones. La ultima fue en el 2020. El confinamiento le hizo ver que lo que realmente quería era estar con su familia (tiene dos niños de 5 y 3,5 años) y aún con las restricciones decidió que el mejor lugar para hacerlo era Galicia.

Confiesa que sopesó dos ubicaciones y eligió Noia porque el clima es mejor que en Carballo y porque tiene una prima que da clases en un colegio de Serra de Outes donde practican un tipo de enseñanza que le interesa. Y, claro, está en la junta directiva de la ANPA. Por estar ha estado incluso como tertuliano en Intereconomía. Durante un tiempo fue la cuota de izquierdas frente a Esperanza Aguirre. «Acabé yendo yo porque soy muy calmado, muy tranquilo. Hago meditación y no me pongo nervioso», explica.

Javier Miñones es especialista en kinesiología y drenaje linfático. Atiende en Noia y también en Baio, un día a la semana, lo que lo ha acercado a su zona de origen porque su familia es de la parroquia de Salto. De allí salió su madre para estudiar Medicina en Santiago y después se hizo matrona y acabó en Madrid, igual que su padre, visitador médico que falleció cuado él apenas tenía tres años.

Aunque ahora no lo parezca por su trayectoria. Javier Miñones fue el típico ejecutivo quemado. En el 2006 dejó una exitosísima carrera en el comercio internacional para abrir una clínica de masajes en el barrio de Salamanca de Madrid.

El había estudiado márketing y cuando terminó la mili, en 1996, empezó a trabajar en una empresa de transporte. Lo que siguió fueron años de viajes constantes por Europa, a Corea, visitas a ferias, trabajo en moda... Mucho tiempo fuera de casa...

Ya al límite negocia con la empresa y cambia de vida, aunque con bastante dinero en el bolsillo, tanto que se permite abrir un establecimiento de 160 metros cuadrados en una de las zonas más caras de la capital de España y contar con 10 trabajadores.

¿Cómo llega a ello? Por el presidente del Club de Piragüismo de la Casa de Campo que era masajista y le anima a formarse en una actividad en la que él ya se había iniciado de forma autodidacta, solo en el ámbito familiar, en 1999.

«Soy como un compoñedor de ósos, pero con docencia, con estudios», dice de sí mismo. Incluso ya viviendo en Noia siguió manteniendo su clínica en Madrid, adonde viajaba varias veces a la semana. Ahora ya lo ha dejado.

La cuestión del piragüismo, del que es monitor federado, es solo una más de las actividades que ha estado desarrollando a lo largo de su vida y que son de lo más variadas. Puso en marcha un canal, Guinda Televisión, del barrio de Salamanca del que fue portavoz, elegido por los vecinos y con representación en el Ayuntamiento de Madrid.

Además, entre otras cosas, editó por cuenta propia un libro de poesía, una antología de los mejores textos de Jelaluddin Rumi, nacido en el año 1207 y el maestro más representativo del sufismo. También ha hecho de fotógrafo e incluso de corresponsal durante el referendo griego del 2015, cuando el gobierno rechazó el rescate de la Unión Europea.

«La gente aquí tiene patologías diferentes, pero se cura más rápido que en Madrid» 

«Vivo en el paraíso. «Salgo de Noia y voy a trabajar a Baio y voy mirando el paisaje. La calidad de vida que hay aquí es enorme y la gente no se da cuenta», explica. «Puedes ir a la piscina. En el distrito Salamanca, donde viven 150.000 personas solo hay una y pequeña, en un polideportivo. No hay acceso a los servicios públicos», explica.

Y no es solo eso. Habla de la calidad del aire, del regalo que supone para sus hijos poder criarse en Galicia y tener tiempo para ellos. «En Madrid necesitas media hora para llegar a cualquier sitio», dice.

«La gente aquí tiene patologías diferentes, pero se cura más rápido que en Madrid. Es el oxígeno, el contacto con la tierra», dice.

Su especialidad son las patologías complicadas, las cuestiones graves, dice, pero la sanación suele llegar antes que en una ciudad.

Sin embargo, echa de menos que en la Costa da Morte haya poco acceso a este tipo de terapias y los que las ofrecen suelen estar saturados de trabajo. Ha colaborado también con la asociación Íntegro, con sede en Cabana.

Reconoce que no tuvo problemas para encontrar trabajo en cuanto decidieron trasladarse y durante un tiempo mantuvo su negocio en Madrid. Tampoco a su mujer le fue difícil. Ella es trabajadora social y estaba en la Cruz Roja. Ya en septiembre del 2020 encontró una ocupación en Santiago.

Su madre, completamente vimiancesa, pasa ahora unos días con ellos. Es habitual de Galicia, aunque reside en Madrid. Eso, sí, procura pasar todos los veranos en Laxe y Javier recuerda todas sus vacaciones, sobre todo las estivales y las navideñas, en la Costa da Morte.