Un edificio que pide a gritos un mínimo mantenimiento

Marta Gómez Regenjo
Marta Gómez RIBEIRA / LA VOZ

BOIRO

MARCOS CREO

Ahora que el ambulatorio de Cabo está cerrado, cualquiera podría pensar que la casa del mar está abandonada

19 jun 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Hay ocasiones en las que el mantenimiento de una instalación pública deja de ser una cuestión de posibilidades para convertirse en una urgencia, y eso es lo que ocurre con la casa del mar de Cabo de Cruz. Si alguien que nunca haya pisado esta localidad boirense mira por primera vez el edificio en el que se emplaza el consultorio médico al que acuden los vecinos de la zona pensará que se trata de un inmueble abandonado en el que no existe actividad alguna.

Son unos cuantos los elementos externos que, a simple vista, llevan a la conclusión de que la edificación no solo no se utiliza, sino que además no hay nadie que se encargue de mantenerla en unas condiciones adecuadas, sobre todo ahora que, con la llegada de las vacaciones estivales, la consulta del médico ha cerrado sus puertas hasta finales de septiembre. La señal más evidente de abandono está en las ventanas de la parte trasera, prácticamente todas están rotas a pesar de contar con doble cristal y solo la existencia de barrotes de hierro protegiéndolas o de contras interiores impide el acceso al interior del inmueble.

Otra señal con la que la casa del mar pide a gritos un poco de atención es la pintura de las paredes exteriores. Las fachadas lucen un color ennegrecido por el paso del tiempo, eso sí, allí donde conservan la pintura, en muchos tramos está desconchada y deja el cemento a la vista. El contraste se hace especialmente evidente en un lateral, donde una gran franja de un tono crema destaca sobre la descolorida pared.

Entrada principal

La situación no es mucho mejor en la entrada principal, donde, para empezar, de los puntos donde deberían estar anclados los focos para iluminar la zona de noche solo sobresalen unos cables. Hay también un timbre, que aunque no está arrancado de cuajo como las luminarias, no se encuentra en mucho mejor estado de conservación.

Tanto en la parte delantera como en la trasera queda el rastro de las pintadas, mientras que las escaleras del acceso principal están deterioradas y son un peligro para las numerosas personas mayores y con dificultades de movilidad que acuden al edificio para ir al médico.

En cuanto a quién compete poner un poco de orden en el inmueble, el alcalde boirense explicó que el edificio es competencia del Instituto Social de la Marina, no del Concello.