Tan solo un coche

Emilio Sanmamed
Emilio Sanmamed LIJA Y TERCIOPELO

BARBANZA

Imagen de archivo de un vehículo de reparto.
Imagen de archivo de un vehículo de reparto. PEPA LOSADA

04 dic 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

Desde la ventana del salón de mi casa se ve un callejón, ahí está la parte trasera de un bar donde aparca un coche para dejar la mercancía. Mi hija de un año corre siempre hasta la ventana para comprobar si está dicho coche o no, lo hace con la devoción de un inspector de trabajo. Cuando está, grita «¡cochi!» y aplaude llena de alegría. Cuando no está se indigna y mueve los brazos diciendo «no ». Solo le falta decir «así va el país». Qué tonterías alegran a los niños, pienso mientras ella insiste en comprobar la presencia del vehículo varias veces al día, varias veces a la hora, varias veces al minuto, incluso.

Por otra banda, para mí este finde estaba siendo duro por diversos motivos, entre ellos laborales. Mi trabajo no es que mate; digamos que trabajo menos que un marinero pero más que un ministro, más que varios ministros juntos.

Está bien, el alma sin disciplina se disuelve en un estado larvario, pero a veces a uno lo golpea la tristeza con la técnica de los cinco puntos de Pai-Mei y se le tronza el chakra. A todos esos males del espíritu se les juntó un mal municipal: me cambiaron los contenedores de sitio, así que volvía tarde a casa con dos bolsas de basura enormes, lloviendo, con un agujero en el calcetín por donde se me escapaba la dignidad y me entraba el agua. Sin darme cuenta, para mi nueva ruta de basureo pasé por el callejón…

Y ahí estaba el coche. El «cochi». Qué tontería. No aplaudí, pero me alegré de vivir. Ella entiende. Ya es más lista que yo. Y volví, feliz a su lado, a los días y las noches gobernados por sus párpados.