Pablo Pedrosa, el doctor en biomedicina que busca curar el cáncer de ovario

Laura Ríos
Laura Ríos RIBEIRA

BARBANZA

CEDIDA

El muradano colabora en un proyecto nacional para desarrollar un fármaco contra una enfermedad con alta tasa de mortandad

15 ene 2024 . Actualizado a las 19:48 h.

La vocación tiene, en muchas ocasiones, un origen desconocido, como si viniese del aire, de algún lugar extraño y no visitable por el ser humano. Pero no siempre es así, hay veces en las que el deseo de hacer algo de un niño o adolescente tiene una raíz directa cuyo nexo con su pasión no pasa desapercibido.

Ese podría considerarse el caso de Pablo Pedrosa (Muros, 1992), un investigador al que el fallecimiento de sus abuelos paternos y maternos a causa de diversos cánceres no le provocó solo un sentimiento de tristeza, sino una frustración que acabó floreciendo en forma de ganas de poner punto y final a esta enfermedad, una de las que más vidas siega cada año en todo el mundo.

Más allá de este hecho, que el actual científico piensa que influyó de alguna manera en las decisiones que tomó en el futuro, lo cierto es que su predilección por las ciencias siempre ha sido algo natural. Lo supo desde sus años como alumno de primaria y secundaria, cuando se dio cuenta de que asignaturas como Matemáticas y Coñecemento do Medio aparecían constantemente en su lista de materias preferidas.

No se dio cuenta hasta un par de años después, pero ya en aquel momento estaba creciendo en él el germen de una inclinación que eclosionaría en los años universitarios. El profesional matiza que el primer año de esa época dorada fue más bien gris, pues las ganas de escoger una vía con buenas salidas laborales le hizo decantarse por el grado de Química: «Fue un error, hice solo un año porque no me gustaban las clases ni la materia».

Esta sensación de hastío cambió cuando entró al de Biología y se dio cuenta de que estaba fascinado con los conocimientos que los profesores transmitían al alumnado: «Supe que estaba en mi sitio, me encantó».

Pura vocación

Su primera oportunidad de demostrar lo que valía y coger experiencia fueron las prácticas en un laboratorio que hizo antes de acabar sus estudios. La idea de verse rodeado de probetas e instrumentos con los que experimentar le fascinó tanto que tomó la decisión de proseguir como alumno de la Universidade de Santiago hasta convertirse en doctor.

Esa meta la alcanzó hace casi dos años, después de una larga tesis en la que investigó sobre el cáncer de pulmón, uno de los que peores cifras de supervivencia tiene.

Después de un año trabajando con un contrato posdoctoral, al muradano le llegó la oportunidad de unirse al proyecto New ImMunotherapy Strategies against Ovarian Cancer (IMCOV) de la mano del laboratorio Anxo Vidal.

En el proyecto colaboran varias entidades españolas, entre las que figuran el hospital Gregorio Marañón y el Ciberonc, el Centro de Investigación Biomédica en Red de Madrid. Todo se basa, explica el muradano, en mejorar el pronóstico del cáncer de ovario, que al ser difícil de detectar, suele ser encontrado cuando ya está en un estadio muy avanzado: «La tasa de supervivencia apenas se han movido en los últimos 50 años».

Por esta razón, el barbanzano dedica incontables horas a este investigación en colaboración con la farmacéutica santiaguesa Sunrock. El objetivo no es otro que crear un fármaco capaz de combatir a los anticuerpos que hacen que el sistema inmunológico no pueda acabar con las células cancerígenas. El científico explica que sus indagaciones, simplificándolo mucho, buscan marcar una proteína en concreto para que los linfocitos la identifiquen como algo peligroso.

Si todo sale bien, en unos años la farmacéutica podría sacar al mercado un tratamiento efectivo contra el cáncer diferente de la quimioterapia, y que ahorraría a los enfermos sus desagradables efectos secundarios: «Todos tenemos a algún familiar que pasó por esa situación, es muy duro». Igualmente, permitiría una administración más espaciada del medicamento, cuya duración en sangre aumentaría con respecto a las terapias convencionales.

Explica que aún se están llevando a cabo estudios sobre muestras de cánceres ováricos extraídas a través de biopsias, pero que los resultados están siendo prometedores. Tiene claro que aún quedan obstáculos que superar, pero no cesará en su afán de seguir convirtiendo la investigación en esperanza.