Elecciones municipales en Ribeira, la historia no se repite, pero sí tiene similitudes (1)

DANIEL BRAVO CORES

BARBANZA

Ramón Baltar fue elegido alcalde con 12 votos a favor y 8 en blanco.
Ramón Baltar fue elegido alcalde con 12 votos a favor y 8 en blanco. CARMELA QUEIJEIRO

En la II República también hubo retrasos en la constitución de los ayuntamientos con concejales de apellidos conocidos

24 jun 2023 . Actualizado a las 18:44 h.

El momento actual, en el que los procesos electorales absorben nuestra atención, quizá sea el marco adecuado para echar la vista atrás, reflexionar y comprobar que esta no es la primera experiencia de este tipo y que en la II República, tan añorada por algunos, se dieron casos similares. En realidad, durante la etapa republicana de 1931 a 1936 se celebraron tres elecciones generales (28 de junio de 1931, a Cortes Constituyentes; 19 de noviembre de 1933 y 16 de febrero de 1936) y solo unas municipales en 1931 en todos los ayuntamientos, a excepción de algunas localidades rurales donde fueron impugnadas con más o menos fundamento, y que venían a coincidir con aquellas donde los partidos monárquicos habían obtenido resultados significativos. Allí se repitieron las elecciones un mes y medio después, el 31 de mayo de 1931, y esto es lo que sucedió precisamente en Ribeira. Como vemos, las impugnaciones de elecciones y el retraso en la constitución de ayuntamientos y diputaciones tienen una tradición acendrada y no son algo nuevo.

Los meses previos a las elecciones.

La inestabilidad general que vivió el país en los últimos meses de la dictadura de Primo de Rivera se reflejó también en Santa Uxía. En un ambiente de crispación y frecuentes altercados en los plenos, desde enero de 1930 se sucedieron cuatro gobiernos municipales de muy corta duración presididos por los alcaldes Manuel Peña, José Colomer Soler —bisabuelo del alcalde Ruiz Rivas, que llegó a expulsar de un pleno al influyente Joaquín Otero Bárcena por desórdenes públicos— y los dos mandatos de Vicente Colomer del Río, alcaldes todos ellos nombrados por el Gobernador Civil provincial Ángel Aperribay Pita da Veiga.

El año 1931 se mostró también pródigo en elecciones y gobiernos municipales. A comienzos de marzo de 1931, el Gobierno del almirante Aznar, último de Alfonso XIII, convocó elecciones municipales para el 12 de abril. Previamente, el Ministerio de Gobernación promulgaba la Real Orden de 12 de marzo con instrucciones para las elecciones: número de concejales, distritos electorales, censo, supervisión, etc. Para el sufragio, se prefirió la Ley Electoral de Maura de 1907 que establecía un derecho al voto exclusivamente masculino, al Estatuto Municipal de 1924 de Primo de Rivera que admitía una participación femenina limitada. Por ello quedaban fuera nada menos que unas 6.500.000 mujeres que reunían los demás requisitos para votar, por lo que estos comicios no se pueden considerar aún democráticos del todo.

Celebradas las elecciones el 12 de abril en toda España, las candidaturas monárquicas ganaron en número de votos, pero las republicanas lo hicieron en las principales ciudades. Pese a ello y a que no eran elecciones generales sino locales, el 14 de abril se proclamó la República, lo que significó la vuelta del constitucionalismo, de los derechos y libertades, del ejercicio del voto y, en definitiva, la implantación de una democracia plena.

Las primeras elecciones locales de 1931.

Lo más llamativo de la política local de esta nueva etapa fue la desaparición de las sagas familiares que habían monopolizado el poder durante las cuatro décadas anteriores —Colomer, Martínez Fernández, Del Río Ferrer, Vilas, Hermo, etc.—, y la irrupción de caras como Ramón Baltar, Adelino Paz, Manolo Cores, Pepe Fernández o los Riveiro.

La última revisión del padrón de 1929, que la Real Orden establecía como referencia oficial de habitantes, otorgaba a nuestro municipio 19.108 habitantes. Según la Ley Municipal de 2-XI-1877, a ese número de habitantes le correspondían 22 concejales, 5 distritos electorales y 5 tenientes de alcalde, uno por cada distrito. Pero como el municipio tenía implantados desde tiempo atrás solo 4 distritos electorales, se eligieron únicamente a cuatro tenientes de alcalde «previa consulta de la Alcaldía al Exmo. Gobernador Civil de la provincia y resuelta por dicha autoridad en tal sentido». La corporación finalmente quedó compuesta por 22 concejales electos: 1 alcalde, 4 tenientes de alcalde, 2 Procuradores síndicos y 15 concejales.

Resultados.

En Santa Uxía, el electorado dio el triunfo al partido de centro derecha republicana liderado a nivel nacional por Joaquín Chapaprieta, político alicantino de dilatada carrera —varias veces senador y diputado liberal por el partido judicial de Noia al que pertenecía Ribeira; ministro de Trabajo, Industria, Hacienda y Presidente de Gobierno en 1935— y, a nivel local, por el industrial Ramón Baltar Cardona, que ganó por amplia mayoría: 14 concejales «liberal constitucionalistas, amigos de Chapaprieta», frente a los 8 de la «Unión Monárquica, amigos de Calvo Sotelo».

El 22 de abril, el alcalde en funciones Colomer del Río convocaba a los «señores concejales votados en las últimas elecciones verificadas y proclamadas por la Junta municipal del censo electoral… y los declaraba posesionados en sus cargos».

Nuevo alcalde.

Acto seguido, los concejales eligieron al alcalde Ramón Baltar Cardona (12 a favor y 8 en blanco), y a propuesta de este eligieron cuatro tenientes de alcalde —el primero, Pepe Fernández, que pasaría a ser alcalde en 1933—, y dos regidores síndicos, unos y otros con 12 votos a favor y 8 en blanco, reflejo del resultado de las elecciones.

Finalmente, en la sesión de 27 de abril, se procedió a designar las diferentes comisiones o áreas de gobierno (hoy diríamos concejalías): Hacienda, Gobernación, Policía Urbana y Rural, Aguas y Alumbrado, Cementerios, Subsistencias «cada una de las cuales entenderá de los asuntos de su especial incumbencia (...) fijando también en número de 5, el de señores concejales de que se ha de componer cada una», a las que se añadió una Junta de Primera Enseñanza y un Comisionado de Quintas, y se asignaron otros cinco concejales a cada una de ellas.