Corruptos asquerosos y corruptos vip

José Vicente Domínguez
José Vicente Domínguez LATITUD 42°-34?, 8 N

BARBANZA

16 mar 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Por las imágenes que hemos podido ver y por las increíbles explicaciones posteriores, no hace falta ser un lince para deducir que Tito Berni es el típico individuo para el que la moralidad se reduce a un puñado de sucios euros de comisión. Toda la ralea que le sigue o a quienes él sigue, muestran unos impresentables tipejos a los que el anonimato de una habitación de un hotel de Madrid les retrata tal cual son, por mucho que recurran al socorrido: «Esto no es lo que parece».

Lo peor de todo ello, es que en esta España camisa blanca de mi esperanza, todo se confunde y se valora según convenga a los intereses partidistas de cada cual. Así, el PSOE intenta restarle importancia a este caso de corruptela cutre y asquerosa, expulsando del partido al Tito Berni; personaje que ya debería de haberse ido tan pronto como le bautizaron con ese cariñoso apodo. Y menos mal que lo han cesado, pues si lo de cesar es raro en España por aquello del «y tú más», lo de dimitir, al parecerse a un nombre ruso, ni se menciona.

Hablando de dimisiones, recuerdo la de un ministro alemán al descubrirse que había copiado una parte de su tesis doctoral. También la más extravagante del lord inglés Michael Bates, dimitiendo por haber llegado dos minutos tarde al parlamento, por lo que no pudo contestar a una pregunta. O la de aquel ministro también inglés que intentaba colar una multa de tráfico cargándosela a su mujer para que no le quitasen el permiso de conducir. Y, cómo no, también recuerdo las dimisiones más sonadas habidas en España: aquellas de Mariano Rajoy y sus muchachos por haber cobrado sobresueldos sin declarar. ¡No, no, borra, borra! Tiene razón el PP. Ese caso no existió y nadie tuvo que dimitir.

Por lo demás, en la dicha España camisa blanca de mi esperanza, por reminiscencias emanadas de un hipócrita puritanismo, se le puede llegar a dar más importancia a unos corruptos celtibéricos cazados con putas y cocaína que a una organización criminal encabezada por un beato ministro del interior o al amiguismo y posible connivencia de un presidente de la alta magistratura con un alto cargo policial. Claro, como en estos casos de corrupción vip no hay sexo ni drogas (a saber), para el puritano ciudadano español conservador, tan solo se trata de política y, en consecuencia, en cuestiones políticas todos son iguales. Lo mismo da que un gobierno utilice equipos de inteligencia y cuerpos de seguridad del Estado para destruir a sus adversarios, que se aprovechen de su influencia para defenderse de graves consecuencias penales aunque para ello vistan de cura a un pobre diablo.

Vemos pues que todo lo que sea vip, tanto por A como por B, tiene menos importancia. Lo que vende y sirve para enmascarar esos delitos de bata blanca que afectan directamente al Estado, son las asquerosas fotos de unos grasientos tipejos jugando a machos que, para serlo, necesitan esnifar coca o atiborrarse de viagra para lucirse ante unas prostituidas mujeres.

Es increíble que esos impresentables sujetos con sus generales y demás muchachos, sin duda repugnantes, puedan restarle importancia a los gravísimos delitos como los que se le atribuyen a tantos excargos del PP. Delitos que producen asombro entre nuestros socios europeos, viendo cómo se deturpa y altera el orden democrático de esta España camisa blanca de mi esperanza en la que nadie practica el verbo dimitir.