Enfermeros

Ana Lorenzo Fernández
Ana Lorenzo ENCRUCIJADA

BARBANZA

15 jul 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

En este bucle en el que nos metió la pandemia hace ya 16 meses quedaron muchas cosas claras: que nunca aprendemos con la primera bofetada, y de ahí que ya vayamos por la quinta ola de covid; y que, entre los muchos colectivos que no han parado de dar el callo, el de los enfermeros -aunque hay que decir que aquí las mujeres son mayoría- se ha convertido en una de las partes fundamentales para que el sistema sanitario siga al pie del cañón en esta prolongada batalla. No es de extrañar que en estos momentos estén todos contratados, e incluso la última promoción que salió en junio de la facultad ya está echando una mano en los centros de salud y en los hospitales.

No hay que olvidar que fueron ellos los que tuvieron que hacer -y siguen en ello- miles de PCR, test de antígenos, serológicos y demás para comprobar que familiares y contactos directos tenían o no el virus, así como en los multitudinarios cribados poblacionales para detectar casos asintomáticos. También ha recaído sobre ellos la campaña de salvación-inmunización, que amenaza con prolongarse todavía hasta final de año porque las vacunas continúan llegando a cuentagotas. Está claro que con la rapidez y la destreza que han cogido en estos meses, si se tuviesen las suficientes dosis, hace tiempo que ya tendríamos todos las dos inyecciones.

Contactar diariamente con todos los enfermos con covid de su cupo para conocer su evolución también ha sido otro regalo añadido que la pandemia ha traído al colectivo de enfermos, que no han parado de redoblar esfuerzos para intentar llegar a todo. Gracias.