2020

Alicia Fernández LA CRIBA

BARBANZA

18 dic 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Por coincidencias del calendario ya no les escribiré hasta el nuevo año. Por ello, también por seguir la tradición, debería hoy hacer un resumen de lo acontecido en estos doce meses. Pero no estoy por la labor de autolesionarme ni castigarles a ustedes. Lo mejor del año 2020 es que acaba y, a pesar de todas las trampas que nos tenía reservadas el destino, aquí estamos para contarlo. También es posible que el mejor deseo para el 2021 sea que convierta a su predecesor en un simple paréntesis en nuestra existencia. Que recuperemos la libertad de reunirnos, sonreír, charlar, abrazar, besar o acariciar a quién deseemos; donde y cuando queramos. Sin la intermediación del Gobierno, de la Xunta, del Concello o de las fuerzas del orden.

El año que termina, con su plaga bíblica, nos ha enseñado -por lo menos a mí- que estábamos peor de lo que aparentaba. Este país necesita una reflexión colectiva, que sea la suma de millones de reflexiones individuales. No hay ente o institución que no esté en crisis, desde la monarquía a los sindicatos; desde el poder ejecutivo al judicial.

Hemos construido un sistema que fomenta la desigualdad, castiga a los débiles y premia a los fuertes. Algo que se ha puesto en evidencia en una situación extrema, como la que vivimos. De ella, a pesar de lo que hicieron y dicen los políticos profesionales, solamente se puede destacar la cara humana de la sanidad y al conjunto de la sociedad; aunque sea con la excepción de unos pocos.

El mundo virtual del elenco político queda retratado en cada puesta en escena de la Carrera de San Jerónimo y en las de los muchos teatros patrios ¡Felices Fiestas!