Manuel López: El poeta que juega con sus versos

lucía eiras / a. G. RIBEIRA / LA VOZ

BARBANZA

MARCOS CREO

El noiés ganó en el 2020 cuatro premios y publicó dos libros, ahora está a la espera de la edición de otros tantos que se sumarán a los tres que ya tiene en el mercado

20 ago 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

La literatura es un mundo paralelo donde se conectan letras, escritores y lectores. Un lugar al que es muy fácil entrar, pero muy difícil conseguir escapar. Las palabras e historias atrapan a quien las escribe y a quien las lee. Una vez lo pruebas, dejarlo es casi misión imposible. Es lo que le sucedió a Manuel López Rodríguez (Noia, 1978), quien con 16 años asistió a una clase de literatura que lo iba a meter de lleno en esta experiencia.

«Recordo perfectamente o día no que comecei a escribir», relata el autor. Todo empezó después de una clase de literatura en la que le explicaron la poesía de Rubén Darío. «Cheguei á casa fascinado. Pola noite collín o caderno e púxenme a escribir o meu primeiro poema». Ese joven de 16 años tiene ya 42, pero su amor por la poesía sigue siendo el mismo. Coger boli y papel para crear sus poemas se mantiene, 26 años después, como su actividad favorita para relajarse.

Esa primera conexión con la literatura desembocó en la publicación de tres poemarios. El primero, Antítese nativa, fue reconocido con el Premio de Poesía Suso Vaamonde. De esta misma obra publicó en 2010 una edición ampliada que cuenta con una segunda parte, A demarcación do volcán, publicada por la editorial local Acha Escrava.

Una década después de su primera publicación, el autor presentó este año otros dos poemarios, Rompe, de la editora Urutau; y Desde onde non nace, de Medulia Editorial, galardonado en el Certame de Poesía Ardeiro. Este año recibió también el Premio de Poesía Eduardo Pondal, que convoca la editorial Medulia, por su libro de vanguardia Ule. Cerró esta gran temporada llevándose a su casa el reconocimiento de la vigesimotercera edición del Concurso de Poesía Concello de Carral por su trabajo titulado Nas pulsacións.

Estas dos últimas obras están todavía pendientes de editarse, ya que si algo agradece el autor es que en Galicia ganar certámenes es sinónimo de publicar. «A nivel do que eu fago non supoñen demasiado, pero sempre é unha motivación e un impulso para difundilos. Recíbelo e a publicación é inmediata». Con todo, el noiés no duda de que no renunciaría a ninguno de sus versos por ganar un premio.

Tres etapas literarias

El paso del tiempo hizo que poco o nada tenga que ver la poesía de Manuel L. Rodrigues, como firma sus obras, cuando empezó y en la actualidad. Él mismo diferencia en sus poemas tres etapas literarias: «As miñas primeiras estrofas estaban moi inspiradas en Rubén Darío. De aí evoluciono a unha poesía de corte urbano, acorde coa xeración moderna dos 90. Dende hai dez anos dei outro xiro cara unha tipolóxica e formal», explica el autor.

Una fase literaria en la que lo que dice no es lo más importante, sino el cómo. La poesía permite experimentar, jugar con las palabras, los versos y las sílabas. Precisamente esto es lo que está haciendo en estos momentos: «Estou nunha época na que coido moito a forma. Estudo como colocar os versos e fago que as letras dun poema coincidan coas doutro». Como si de un laboratorio se tratase, su poesía es actualmente un juego de caligramas más que un mensaje.

Divertirse con el lápiz para poder construir este tipo de poemas es algo que se lleva, como cualquier arte, en la sangre. Una manera muy peculiar de escribir que se aprende, únicamente, con la práctica. Como afirma el autor, no hay una escuela de escritores. «O proceso de aprendizaxe é algo completamente autodidacta. Ninguén che pode ensinar a escribir».

Pero nadie nace aprendido ni sabiendo hacer las cosas. La práctica y la experiencia son ingredientes fundamentales en el mundo poético, pero no debe quedar en el olvido el que es, posiblemente, el más importante: la lectura de otros compañeros de profesión. Ver es, en este caso, la mejor manera de aprender. Como sentencia el escritor noiés, que no tiene ninguna duda: «Ninguén pode escribir sen ler»