Hay que reconocer que los mandamases del mundo nos lo ponen fácil, quizás porque se sienten seguros de su poder y de nuestra imbecilidad. Para muestra echen un vistazo a las intervenciones del Foro La Toja (se ve que al presidente de la Xunta siguen sin chirriarle estas aberraciones toponímicas) y saquen sus propias conclusiones. En las intervenciones de Felipe González, Mariano Rajoy, Feijoo, Pedro Sánchez, el Rey, Josep Piqué, Álvarez-Pallete, Pablo Isla, Darío Gil y demás ponentes hay un denominador común: decir lo contrario de lo que han hecho o están haciendo con una pasmosa naturalidad.
La mayor gloria de este Foro de tres días, al que podía asistir por la módica cantidad de 800 euros (habitación incluida), es que «la riqueza debe llegar a toda la población porque de lo contrario se generaría una exclusión que pondría en peligro las democracias liberales». Y claro, a una le pega un ataque de risa mayor que el que le provocan los Monty Python, ¡que ya es decir!
En principio pasan por alto que en esas democracias liberales hay muchas personas excluidas. Y en los países más pobres habría que empezar por conseguir que tengan lo indispensable para no morir de hambre o enfermedades fácilmente curables a día de hoy ¿O hablan de riqueza porque el simple hecho de tener acceso al agua es un privilegio?
Esos políticos, u otros como ellos, y las grandes corporaciones mundiales son los culpables de que esa riqueza no se distribuya ya no digo de forma equitativa, si no que al menos cubra necesidades básicas y se deje de amparar los sistemas corruptos que mantienen las miserias del mundo.