El pato Donald

Javier Romero Doniz
Javier Romero CRÓNICA

BARBANZA

10 nov 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Constatado. Da igual el continente, país, región o comarca. El mundo, o el pueblo que lo habita, según se mire, ha entrado en la peligrosa dinámica de abrazar a esa fiebre cíclica denominada populismo. España es un perfecto ejemplo, tanto si se mira a la derecha (Vox) como a la izquierda (Podemos). Y qué decir de América del Norte, que ayer, a través de EE.UU., dejó pasar la oportunidad de mantener un Gobierno continuista abierto al diálogo con el resto de poderes fácticos que se reparten por el globo terráqueo en detrimento de un personaje banal, vanidoso y machista, que bien podría encajar más en la figura cómica del pato Donald (Trump) que en la del nuevo presidente de la primera potencia mundial. En el mismo continente, y desde hace años, ese caldo de cultivo que es el populismo no ha dejado de expandirse de forma peligrosa. Hugo Chávez, Morales, Correa y otros visionarios, asentados hace ya demasiado tiempo en sus cargos presidenciales, han demostrado que sus políticas no implicaron cambios para el pueblo que los votó, en todo caso las variaciones fueron a peor. Ahí está el caso de Venezuela, un país fragmentado y con problemas de orden público que sobrevive a base de quemar ese tesoro negro y líquido que es el petróleo. En Asia, con los ejemplos de China o Corea del Norte, el pueblo tampoco parece que esté asentado en el paraíso, más bien todo lo contrario.

En Galicia, por ejemplo, la Marea no ha llegado al poder por la decisión soberana del pueblo (algo que a su diputado en Madrid Miguel Anxo Fernán-Vello ya dejó claro que no le gustó), y en el mandato anterior, en el Parlamento, los representantes afines a este movimiento tampoco evidenciaron, en cuatro años, ser el acabose. En los ayuntamientos gallegos de Ferrol, Coruña y Santiago la realidad de la gestión municipal ha derribado las fantasías que sus actuales alcaldes incluyeron en sus respectivos programas electorales, por no entrar al detalle en el esperpento que está suponiendo el pacto de gobierno ferrolano. ¿Y en la comarca de Barbanza? Pues en esta parte del litoral coruñés el tiempo está demostrando que las buenas intenciones -fagocitadas por la corrupción intolerable de la trama Gürtel, del PP de Valencia o los ERE de Andalucía- de algunos partidos no aportan nada que no hubiese hecho antes la vieja guardia, sobre todo si recordamos que muchas de estas personas tienen un pasado político conocido... Lo bueno es que, por ahora, no hay previstas nuevas elecciones, algo que, sin duda, favorecerá a nuestra salud mental y servirá para poner de manifiesto que los debates de barra de bar no son aplicables a algo tan serio como la gestión pública, en donde se necesita más precisión que quimeras. Otra cosa es que la prioridad sean los animales, algo sobre lo que ya opiné en su día.