Estos días nos hemos enterado, por desgracia pienso que pocos, de que el mayor impago de la historia de este país, que se cae a trozos lo ha protagonizado un sector tan serio y tan dado a dar clases de economía y moralidad como es el de la banca. Porque de los más de 53.000 millones de euros que gastó el Estado -es decir, todos los ciudadanos- en rescatar a un buen número de cajas y bancos, solo se ha recuperado un miserable 5%. Para más inri, apuntar que se duda de recuperar mucho más y que el problema fue causado por la incompetencia de unos directivos que en muchos casos se enriquecieron ellos o lo hicieron sus familiares y amigos; con la complicidad de sus marionetas y guiñoles: los políticos del sistema.
Eso sí, si alguien osa denunciarlo o pedir la ejecución de esa deuda (al estilo de lo que hacen ellos con los ciudadanos) será tachado de reaccionario y de querer aniquilar el sistema. Su sistema. Ese que les permite robar a base de comisiones y condiciones ilegales de forma contumaz y con total desfachatez. El mismo que les permite desahuciar a personas vulnerables o engañar a los mayores.
Que ocurra tamaña infamia por estos pagos puede entenderse mucho mejor si ves la audiencia de programas como Sálvame Deluxe, las ventas del libro que le escribieron a una tal Belén Esteban o que una firma de orfebrería noiesa vaya a sacar una línea de joyas dedicada a ella. ¡Que no habrá motivos en los que inspirarse para hacerlo en tamaño esperpento!
Un muñeco de trapo que manejan, para escarnio de todas las mujeres y del buen gusto, los mismos que provocaron lo primero.