La cocina de Tucho

Javier Romero Doniz
Javier Romero CRÓNICA

BARBANZA

29 jul 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Salir de noche en Ribeira suele ser una auténtica lotería, ya que uno puede acabar en situaciones de lo más curiosas. Una que puede darse tiene como teatrillo el bar Plaza, y más concretamente su cocina, que puede alcanzar cuotas de ocupación al más puro estilo del camarote de los Hermanos Marx. Allí uno puede conocer u oír de todo. Y el jefe, Tucho, claro está, ejerce de maestro de ceremonias. Él, cuando se pone el sol, está en su salsa, sobre todo si le cuelga la cámara de fotos a los hombros y va retratando a cuanto cliente o amigo se cruza en su camino. Luego, y se podría decir que prácticamente en directo, vuelca esas imágenes en la mega pantalla de plasma que está anclada a una pared para dar juego a la audiencia allí presente.

Recuerdo un día que coincidimos en un restaurante de playa en algún pueblo perdido de Lanzarote. Lo primero que hizo fue saludarme efusivamente, y lo siguiente pedirme que nos hiciésemos una foto para inmortalizar el momento mientras me hablaba de varias polémicas de la actualidad municipal de Ribeira que yo había dejado, por una cuestión de salud mental, aparcadas en casa hasta regresar. Y es que a él, como dice un amigo común que ambos tenemos, «non lle para a cabeza». Pero ese, y después de unos cuantos años analizando al personaje en que se ha convertido este hostelero de referencia, es sin duda uno de sus fuertes, incluso más que poner copas. Y es que por las manos de Tucho pasa a diario mucha información, tanta que creo firmemente que su cocina podría considerarse la primera agencia de noticias (algunas, también hay que decirlo, se quedan en bulos y otras se diluyen por falta de pruebas) de Ribeira. Y es que lo mismo puedes enterarte de los líos internos que sacuden el vestuario del Atlético Ribeira, de si las diferencias entre la cofradía de la ciudad y la de Aguiño se resuelven o agravan, de la polémica que rodea a los festivos locales o, ahí es nada, del estado de conservación de los trajes que visten las famosas muñecas musealizadas. Y todo esto, además, en clave de coña, que es el prisma que más le gusta a este cronista social y digital que es Tucho Plaza.

Pero ojo, que la sección de sociedad de su particular redacción también es tan jugosa como divertida, aunque eso ya es terreno pantanoso en el que se recomienda que prevalezca la discreción por evitar entrar en el terreno de los chismes.

Otro fuerte de Tucho es el ámbito municipal, una sección siempre proclive a alimentar nuevas polémicas que él, aprovechando las visitas que recibe cuando tiene la redacción abierta, valora y dimensiona en función del resultado de las encuestas que realiza a pie de pista a cada ciudadano que lo saluda para luego hacer sus propias crónicas, que no suelen tener más de 140 caracteres.