«Vuestra calle no existe»: las operadoras se resisten a extender la fibra óptica a la última urbanización de Vilagarcía

Serxio González Souto
serxio gonzález VILAGARCÍA / LA VOZ

VILAGARCÍA DE AROUSA

Martina Miser

Los afectados son los propietarios de las 76 viviendas recién construidas en Mulatas, frente a la playa de A Concha

17 jun 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Ni siquiera las urbanizaciones de última generación, construidas en entornos de primer orden, están libres de los kafkianos embrollos que las compañías de telefonía y cable tejen en torno a sus potenciales clientes en demasiadas ocasiones. Desde hace tres semanas, los vecinos de los dos nuevos bloques de la calle Mulatas, una promoción que se levanta frente a la playa de A Concha, en Vilagarcía de Arousa, están accediendo a sus propiedades. Es el momento de contratar todos aquellos suministros imprescindibles para el equipamiento de sus viviendas. Entre ellos se encuentra el servicio de telecomunicaciones que, a estas alturas y en este lugar, debería a llegar a sus domicilios a través de la fibra óptica. La cuestión, sin embargo, no está resultando en absoluto sencilla. «No somos capaces de conseguir que ni una sola de estas empresas se digne a extender la línea de teléfono e internet a nuestros edificios», explica con mal disimulada indignación uno de los afectados.

Los dos bloques que están siendo entregados a sus propietarios suman 76 viviendas, cuyo precio mínimo (una apartamento de una sola habitación) supera los cien mil euros. No se trata, por lo tanto, de una inversión que sea menor, precisamente. A diferencia de otros barrios de Vilagarcía que, como el de A Escardia, padecen desde años un enorme agujero negro por lo que respecta a la cobertura de sus telecomunicaciones, aquí ni siquiera cabe la excusa de que los puntos de enlace con las líneas están lejos y aproximarlos es muy costoso. En Mulatas esa distancia no es mayor de diez metros. «Es que esto no hay quién lo comprenda, porque la arqueta desde la que tendrían que extender el servicio está a tiro de piedra», insiste, estupefacto, el mismo vecino.

Para redondear el catálogo de perplejidades, las explicaciones iniciales que las operadoras de telefonía argüían ante los propietarios de Mulatas poseían un carácter de alcance poco menos que metafísico: «Vuestra calle no existe, nos dijeron al principio. Aseguraban que Mulatas no figura en ninguna parte, nada menos. O sea, ¡que no vivimos en ningún lugar! ¿Será entonces que estamos mal de la cabeza?».

Ante la evidencia incontestable de que la calle Mulatas sí existe —de hecho, los nuevos bloques vinieron a completar una urbanización que ya poseía tres edificios, cuyos habitantes disfrutan desde hace años de teléfono e internet sin ningún problema— las compañías pasaron a alegar que únicamente una demanda interesante justificaría la inversión necesaria para extender la fibra óptica. «De verdad que no sé a qué se refieren, porque me parece que 76 viviendas constituyen una demanda más que interesante», alega otro de los afectados, a quien le consta que, como él mismo ha hecho, varios de sus nuevos vecinos han recurrido a cuatro empresas del ramo con el mismo resultado: ninguno.

«Mientras tanto, los cuadros de comunicaciones de los edificios están perfectos, solo hay que abrir y conectar. Aquí hay gente que necesita internet para trabajar. ¿Cómo es posible que pase esto en el 2024?». La respuesta, por lo visto, pende de un cable.

Martina Miser

76 viviendas. Los dos nuevos bloques de Mulatas, los números 8 y 10 —de fachada blanca y gris, en la imagen— completaron una urbanización que el estallido de la burbuja inmobiliaria dejó incompleta en el 2008. Se trata de 76 viviendas que sus propietarios están empezando a ocupar. Ubicados frente a la playa de A Concha, en Vilagarcía, los dos edificios recién construidos tienen el entronque que les proporcionaría fibra óptica a apenas diez metros de distancia. Obviamente, la calle existe