Un declive empresarial que acentuó la marcha de Cuca

Serxio González Souto
s. gonzález VILAGARCÍA / LA VOZ

VILAGARCÍA DE AROUSA

26 feb 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Hubo un tiempo, no tan lejano, en el que Vilaxoán bullía de actividad empresarial. Auspiciadas por su puerto, por su flota y por su lonja, las industrias vinculadas al mar proponían nombres como Pipla, Losada, Costas y Miñán, Conservas Peña y, por supuesto, Cuca, el nombre de cuyo fundador, Víctor Pita, bautizó la avenida que recorre su litoral y comunica la villa con Vilagarcía. Una sola compañía, Atlántica, combinaba mecánica, fundición, calderería y cuanto empeño surgiese por delante. En ella llegaron a trabajar doscientas personas.

Nadie lo diría hoy, al ver convertido este lugar en una especie de desierto empresarial, pero así fue. Tampoco es fácil ponerle fecha concreta al inicio del declive, pero desde finales de los años 80 todo fue a peor. Algún poeta maldito vincularía el comienzo de la caída con el relleno que sepultó el puerto pesquero de toda la vida y arruinó para siempre su fachada marítima.

La agonía del mar marcó también la de Vilaxoán, cierto, pero otras plazas de la ría resistieron mucho mejor los golpes, así que entre todos tendremos que hacérnoslo mirar. La mejor playa de Vilagarcía está allí, menos mal, pero no solo de arena vive el hombre. Y sin empleo, el futuro no será más que el humo que desprenda la hoguera de la despoblación. La venta y el traslado de Cuca agravaron la herida hace ocho años. Esperemos que la de Coinba tenga puntos de sutura.