La campeona que lucha por poder vivir del aire

VILAGARCÍA DE AROUSA

MONICA IRAGO

Con dos títulos nacionales, Raquel Meaños tiene en el asma un escollo más frente al grueso de sus rivales, y un lastre para el ritmo de su progresión. Su preparación, más cercana a la del 1.500 que a la del 800, busca compensar y potenciar su resistencia

05 mar 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

Raquel Meaños Asensi (Vilagarcía de Arousa, 8/8/2000) ya puede presumir de la doble condición de campeona de España de pista al aire libre, con su oro Sub-18 en el 2017, y pista cubierta, tras quitarse el pasado domingo con su triunfo en la final Sub-20 de los 800 metros en Madrid la espina clavada la temporada anterior, cuando se quedó a las puertas de los dos oros nacionales de la categoría en la que compite por segundo año. «No puedo pedir más. Esta temporada de invierno fue muy buena», declaraba ayer la mediofondista a modo de balance, en el que toca sumar otro cuarto puesto en el Campeonato de España Absoluto, y su segundo récord gallego de pista cubierta Sub-20, rebajando hasta el 2.07.74. el que ella misma había fijado un año antes.

Todo ello es el fruto del duro trabajo que Raquel Meaños ha venido realizando durante las tres últimas temporadas bajo las órdenes y los conocimientos de Carlos Landín. Un hombre que ha resultado crucial en la lucha de la atleta vilagarciana por derribar las barreras que va encontrando en su cabeza y su cuerpo. Con especial atención a un factor extraordinariamente limitante, y con el que la mayoría de las rivales de Raquel no deben lidiar. El asma.

«Cuando tenía 13 ó 14 años, a raíz de una bronquitis que se me complicó, me diagnosticaron asma. Y a partir de ahí, empecé a ser alérgica a las gramíneas, el polen, el pelo de gatos y perros, y a los ácaros», nos cuenta la deportista, que por entonces ya empezaba a despuntar en el panorama del atletismo gallego. «Empecé con inhaladores y con algunas pastillas. Entrenándome, día sí y día también, me daban ataques de asma. Empleaba el inhalador antes de los entrenamientos y de las competiciones. Fuera del deporte, creo que solo me dio un ataque». Desde hace casi tres años, desvela la arousana, «no me volvió a dar ningún ataque, y ahora, ni llevo el inhalador encima. Desde que empecé con Landín». Pero el asma no ha desaparecido. Y sigue impactando en el día a día y su materialización sobre el tartán y el crono.

«Cuando hace calor, o nos acercamos a la primavera, cuando hay más polen, lo noto. En los entrenamientos me fatigo más que otra gente a nivel de respiración», señala Meaños.

Carlos Landín destaca que su pupila «se está construyendo como atleta. Tiene que solidificar los fundamentos que la tienen que hacer crecer como atleta». Y en este estadio, lo más relevante para un largo y próspero futuro en la carrera deportiva de Raquel es que «tiene que ampliar y expandir su capacidad aeróbica. Lo que toda atleta de 800 para arriba necesita. Pero para Raquel todavía es más complicado, por el asma; el peor enemigo para la utilización del oxígeno».

En este punto, Landín sostiene que «si ese problema no existiera, Raquel estaría haciendo ahora una marca por debajo de los 2.05 -su récord personal es de 2.07.05-. Si no fuera por eso ahora el objetivo sería acceder a los Juegos Olímpicos de Tokio del 2020, al que aún no renunciamos, bajando del 2.01».

El ejemplo de Steve Cram

El asma «es un muro muy duro. El factor más limitante. Y por ahí hay que pasar», pero ni mucho menos insalvable, defiende el entrenador de Meaños. Aunque «no muchos», sí recuerda Landín grandes ejemplos de atletas asmáticos, como el británico Steve Cram, campeón del mundo del 1.500 en 1983 y primer hombre en bajar de 3.30 en dicha prueba.

«Trabajamos en minimizar este problema con entrenamiento. Con años de entrenamiento el asma tiende a remitir», afirma el entrenador. Y la experiencia de Raquel da de momento fe de ello: «Me acuerdo de que en mi primer día de entrenamiento con Landín les di a mis padres el inhalador, porque siempre lo tenía cerca. Él me dijo que no me preocupar más por él. De darme ataques de asma constantemente, y de sufrir alguno todavía en mi primer año con Landín, he pasado a que no me volvieran a dar. A medida que trabajaba con él pasé a sentir una respiración más agotada, pero no que me falte el aire. Y todas las espirometrías que me he hecho después en el médico dicen que he mejorado mucho». Pero esto solo es parte de un camino sin final, de lucha constante.

Un entrenamiento cercano al del 1.500, y viendo el 2.04 a tiro

«Por velocidad no tiene problema. Lo que tiene es que seguir trabajando la resistencia», resalta Carlos Landín de su pupila. Y en ello están. En establecer las bases para conseguir aumentar y prolongar el tiempo de duración en el tartán de la velocidad máxima aeróbica de Raquel Meaños. Esto es, explica el entrenador, la velocidad que un atleta consigue al máximo de su pulso.

Para conseguirlo el preparador de Marín trabaja con la vilagarciana con un régimen de entrenamientos que «se parece más al específico del 1.500 que al del 800; priorizamos el volumen de una competición de 1.500», desvela, «pero con la exigencia competitiva del 800», lo que obliga a Meaños a centrarse en las especificidades de su especialidad el mes previo a los campeonatos de España.

Entre las tres mejores de España

Landín recuerda que su atleta ya ha corrido alguna gran cita este año a ritmo de 2.03 durante los 600 primeros metros. Ello lo lleva a sostener que «este año Raquel puede correr por debajo de 2.05. Ya tiene en sus piernas poder hacerlo, y acabar entre las tres mejores atletas absolutas de España en el 800». Y ahí entra la resistencia.