Nadie se resiste al rey del marisco

Rosa Estévez
rosa estévez O GROVE / LA VOZ

O GROVE

MONICA IRAGO

Desde que en marzo empezó «todo esto», nada es como solía ser. El covid-19 pone en jaque al mismísimo espíritu navideño. Contra el desánimo, no hay mejor vacuna que un buen bocado de centollo de la ría

26 nov 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Hay productos que tienen un sabor especial. El centollo es uno de ellos. El rey del marisco no solo deja en el paladar un intenso gusto, sino que además catapulta a quienes le dan un bocado hacia recuerdos con ambiente de fiesta, de conversaciones alrededor de la mesa. Es el sonido de los amigos, de los compañeros de trabajo, de la familia que se reúne por Navidad. Este año, en las Rías Baixas, la campaña del centollo arrancó el 9 de noviembre envuelta en los negros augurios de la era covid. La hostelería cerrada y esa dichosa distancia social que nos ha impuesto la pandemia, parecían dos enemigos difíciles de vencer, incluso para un marisco con dura coraza y largas patas. Por ahora, sin embargo, no ha sido así.

«Tal e como están as cousas en todos lados, non nos queixamos. Para nada». Antonio Otero es el patrón mayor de O Grove, el puerto referencia de Galicia cuando de centollo hablamos. También es el patrón del Chapeliño, uno de los barcos que se dedican a la captura del rey del marisco. Por eso conoce, en primera persona, las vicisitudes de esta campaña extraña, que empezó con muy mal pie, pero que ha logrado enderezar el rumbo. El lunes, los precios del crustáceo subieron en la lonja de O Grove, reflejo de una jornada con menos capturas de las habituales, sí, pero también de una demanda que comienza a crecer. Aunque parezca imposible.

De ello puede dar buena cuenta Blanca Cao. Ella es una peixeira grovense que lleva muchos años sirviendo marisco y pescados en la plaza meca. Su pequeño puesto le ha servido como plataforma para iniciar, hace ya tiempo, un negocio de envío de marisco a clientes ganados durante los tumultuosos veranos grovenses. Gentes de Madrid, de Castilla, de Levante, que recurren a ella cuando quieren surtir sus mesas con lo mejor del mar. Este año, Blanca no tenía muchas esperanzas puestas en el centollo. «Tal e como está todo, sen ceas, sen comidas...», dice para explicar aquellos malos presagios. Sin embargo, el tiempo le ha quitado la razón. «Teño moitos clientes que me pedían centolo porque eran familias grandes que se reunían; este ano, o que me piden é que lles mande os centolos a cada un deles». Es decir, que el centollo se come en familia, aunque sea a distancia.

En los últimos días, los envíos han ido cogiendo ritmo, y es posible que así sigan hasta Navidad. Eso se traduce en que los precios, que empezaron muy abajo en la tabla habitual del centollo, vayan subiendo poquito a poco.

Esa lenta escalada tiene su cara y su cruz. Durante los primeros compases de la campaña, cuando el parón de la hostelería se dejó notar con más dureza en las lonjas, el centollo se cotizaba en la de O Grove a la mitad que el año anterior (de los 30 euros del 2019, a los 18 del año covid). Este factor tuvo un efecto inesperado: los consumidores particulares comenzaron a demandar un producto que les permitía romper la monotonía impuesta por la pandemia; darse un gusto antes reservado para momentos muy especiales; celebrar, simplemente, la vida. Aunque sea una vida que se nos ha vuelto extraña.

Aquel tirón inicial del consumidor privado no ha cesado. «Se vende de maravilla», dicen algunas de las pescantinas consultadas por La Voz. Y no es de extrañar. ¿Quién es capaz de resistirse al rey del marisco?

Muchos de los ejemplares que se han comprado en estos primeros compases de la campaña habrán sido cocidos, envueltos con esmero en paños húmedos, y congelados. En muchas casas, se servirán durante la Navidad, aunque sea a comensales contados. El patrón mayor de O Grove, Antonio Otero, sabe de esa tradición, cada vez más extendida. Él, sin embargo, prefiere comer el marisco recién pescado. «Un bo centolo cocido en auga salgada, cunhas follas de loureiro, comido temperado, sen deixar que arrefríe de todo... Iso é manxar de reis».

«Do Grove»

 Una apuesta segura. La Cofradía de O Grove llevaba años buscando la manera de salvaguardar, de alguna manera, el buen nombre del centollo que se vende en su lonja. Y por fin dio con ella. «Centolo do Grove» es el mensaje que se lee en las etiquetas que acompañan a los lotes de crustáceo que se subastan en la lonja de O Corgo, junto al puerto meco donde se descarga el producto. De esa forma, explican desde el pósito grovense, se busca defender el buen hacer de la flota meca, que desde hace años se esmera para llevar al mercado ejemplares rebosantes. «No Grove non imos de farol», dicen con humor los mariñeiros que se dedican a la captura de este crustáceo exquisito.