Los cuervos mutilados con segunda vida

María Hermida
maría hermida PONTEVEDRA / LA VOZ

O GROVE

emilio moldes

En Cotorredondo evitan el sacrificio de ejemplares que ya no pueden vivir libres buscándoles zoos o centros especializados

14 may 2018 . Actualizado a las 10:26 h.

Irrecuperables. Así es como llaman en el Centro de Recuperación de Fauna Silvestre de Cotorredondo (Marín) a los animales que llegan hasta este hospital, se les atiende, se les cura... pero su pronóstico sigue siendo catastrófico: «Son ejemplares que ya no van a poder vivir más en el medio natural, porque no sobrevivirían», cuenta Susana Torres, jefa de la sección de biodiversidad. La palabra irrecuperable suena, ciertamente, horrenda. Pero no lo es tanto como el pasado que arrastran algunos de estos animales. Nada mejor que visitar Cotorredondo para comprobar de qué hablamos.

Abre la puerta José Luis, capataz del centro. Explica él que actualmente solo hay cuatro animales en Cotorredondo de los llamados irrecuperables. Antiguamente, esos ejemplares que no podían ser devueltos a la naturaleza acababan sacrificándose, básicamente, por una cuestión de espacio. En el año 2014 se encontró una alternativa. Empezaron a mandarse animales a sitios como VigoZoo u otros centros especializados en distintas especies. «Siempre que se puede se los llevan», indica el trabajador.

José Luis abre la puerta de una jaula y allí están los primeros ejemplares irrecuperables. ¿De quiénes se trata? De cuatro cuervos que graznan sin parar conforme el cuidador se acerca con un trozo de pollo en la mano. ¿Qué les pasa? «A tres de ellos les recortaron las plumas y la cola, de tal forma que ya no pueden volar. Y hay un cuarto que sí vuela pero que fue criado en cautividad y ahora se acerca a los humanos... no podemos dejarle así en la naturaleza. No sobreviviría», explica José Luis. Uno le escucha con estupor, y José Luis añade: «Sí, parece increíble que alguien se pueda poner a cortarle las alas a unos cuervos, pero eso ocurre... dicen que algunos quieren enseñarlos a hablar y por eso les cortan las alas, para que no vuelven y así domesticarlos más fácilmente, es terrible». Se le pregunta también de dónde salieron los cuervos. Se encoge de hombros, y señala: «Tendría que mirarlo, pero suelen ser incautaciones que hace el Seprona, no se puede coger una especie silvestre y meterla en casa».

José Luis habla de animales que llegan con disparos de zonas en las que, sin embargo, no se puede cazar. Pero cuenta también historias maravillosas, como la de un hombre que vio un cormorán herido en Lisboa y lo trajo en coche hasta Marín para que lo curasen. E incluso volvió cuando se procedió a la suelta para ver con sus propios ojos que el animal volaba de nuevo libre.

El capataz entrelaza historias donde sale a relucir lo mejor y lo peor del ser humano de camino a una nueva zona de irrecuperables. Va a mostrar a una ardilla que tampoco puede volver a la naturaleza. ¿Por qué, con la vitalidad con la que se le ve bajando y subiendo de un tronco? «Está prácticamente ciega, no sobreviviría», explica. Ella, como los cuervos, seguramente acaben viajando a VigoZoo. Ese fue el destino hace unos días de un cárabo que tampoco veía de un ojo. Y recientemente fue allí también una jineta tuerta. Ya no volverán a ser libres ni a estar en plena naturaleza. Cierto. Pero al menos tendrán segunda vida.

Desde una tarántula que andaba por la calle en Cangas a unos caimanes de jardín

El centro de recuperación de fauna silvestre de Cotorredondo no solo tiene que buscarle destino a los llamados irrecuperables, a esos animales que ya no pueden volver a soltarse en la naturaleza por alguna enfermedad o mutilación. También debe buscarle un sitio a especies exóticas que llegan hasta estas instalaciones y que tampoco pueden soltarse en la naturaleza. ¿Por qué? Lo explica Susana Torres: «Porque representan un problema para la fauna autóctona y porque en algunos casos también pueden resultar peligrosas para el hombre». Algunas de estos ejemplares exóticos también se envían a lugares como el zoo de Vigo.

Uno de los animales exóticos que más sorprendió en Cotorredondo fue una tarántula. Les llamó la atención, sobre todo, porque fue encontrada en plena calle en Cangas. Igualmente, en su día también se hicieron cargo de una serpiente pitón y de unos caimanes. Por raro que parezca, una persona tenía los caimanes en su jardín, en una especie de estanque, como si fuesen peces de colores. Fueron sus vecinos los que, conscientes del peligro, llamaron al Seprona, que incautó los animales y los acabó llevando hasta Cotorredondo. Desde ahí se fueron un tiempo para el acuerdo de O Grove y ya posteriormente a Jerez. Otra vez, se impuso la segunda vida.

Hasta el zoo de Vigo se mandaron también en el 2017 un total de once tortugas terrestres de distintas especies. Y recientemente se envió a VigoZoo un suricato. «Sí, uno de esos animales como Timón, el de El Rey León también fue para Vigo. La idea es evitar los sacrificios en la medida de lo posible y este convenio está dando buenos resultados. Aquí sería imposible que se quedasen todos los irrecuperables, no tenemos sitio suficiente», afirma Susana Torres.