Cannabis, el humo que no cesa

Rosa Estévez
rosa estévez VILAGARCÍA / LA VOZ

CATOIRA

Flickr Stacie Daponte

Los SPAD de la comarca registran un aumento en el número de casos de consumo de esta droga, que tiene una particular incidencia entre menores de edad

06 mar 2019 . Actualizado a las 13:24 h.

Más de cuatrocientas personas se reunirán este año en Catoira para hablar del cannabis, una droga que muchos no perciben como tal. De la normalización de su consumo, de los problemas que este puede acarrear, y de cómo corregir esta situación hablarán en Catoira expertos llegados de distintos países. Pero, ¿cuál es el panorama que dibuja el humo del cannabis en la comarca de O Salnés?

Para responder a esta pregunta, la primera puerta a la que debemos llamar es la de los SPAD que funcionan en la comarca. Nos detenemos, primero, en Vilagarcía, donde la responsable del centro, Blanca Vázquez, considera que «el problema con el cannabis está aumentando de unos años para aquí». En 2017 fueron 19 las personas que acudieron al SPAD de Xoán Carlos I por su dependencia de esta sustancia. El año pasado, la cifra subió hasta los 25. Pero, aclara Blanca Vázquez, estos son los casos en los que esta droga es la que provoca la consulta: lo normal es que pacientes enganchados a otras sustancias consuman cannabis de forma habitual.

El mismo escenario dibujan desde O Grove. La directora de este centro hace recuento. «En 2018 tuvimos 27 personas que demandaron tratamiento por consumo de cannabis», explica para apuntar, acto seguido, que «un porcentaje muy algo de los pacientes del servicio son consumidores de esta droga, aunque no sea esta por la que hacen la demanda de atención».

Los porros, está claro, siguen desprendiendo malos humos. Es este un consumo que no cesa, que parece perpetuarse generación tras generación. En los dos servicios de prevención de O Salnés apuntan, además, a la juventud de los consumidores que llegan hasta ellos. En el caso de O Grove, de las 27 personas que demandaron atención por esta droga, una docena -casi la mitad- tenían entre 15 y 21 años. «Las demandas de los menores de edad nos llegan mayoritariamente a través de los centros educativos donde están detectando esta problemática. También tuvimos alguna derivación realizada por los servicios sociales», explican desde el centro meco. Y, de nuevo, esa realidad parece calcada a la que se vive en Vilagarcía. «En general, por cannabis suele venir gente muy joven. Tenemos una persona que desarrolla planes de prevención en los centros educativos, y a través de ella nos derivan algunos casos», cuenta Blanca Vázquez. Otros llegan hasta el SPAD para librarse de las multas y sanciones por consumo.

El binomio cannabis-adolescencia es complejo. «Es una etapa complicada, de muchos cambios, de probar límites», cuenta Blanca Vázquez. Por eso, opina que el papel de los padres es crucial: hay que mantenerse alerta, estar vigilantes para detectar cualquier anomalía. «Si un chico se fuma un porro una vez, no hay que dramatizar. A los padres nos toca prestar mucha atención, estar muy pendientes y atentos, porque es evidente que hay un riesgo de que el adolescente se acabe enganchando y que le abra la puerta a otras drogas, máxime viviendo donde vivimos, donde la droga es tan accesible». La solución que ella propone, además de tejer unos fuertes lazos entre padres e hijos, es «ir abriéndoles puertas con otras actividades, con otras opciones».

En el caso de los porros, a la sociedad le falla la percepción de riesgo, de peligro

Hasta los centros de prevención y tratamiento llegan casos derivados de los institutos

Catoira prepara un congreso internacional sobre el consumo de esta sustancia

Entre el 7 y el 9 de noviembre, Catoira será, durante tres días, punto de encuentro para los mayores expertos europeos en lo que a cannabis se refiere. Más de cuatrocientas personas, según las previsiones de la organización, acudirán a este municipio arousano. Son profesionales sanitarios y del ámbito de la educación que están interesados en «dar una respuesta a los problemas derivados del consumo de cannabis, fenómeno que ha sufrido un gran auge en los últimos años».

El congreso internacional se ha organizado para dar respuesta a una situación que Manuel Isorna, el técnico de prevención de Catoira, considera especialmente grave: la relajación social que rodea el consumo de esta droga. Y eso que el último estudio de la OMS indica que los adolescentes españoles están entre los que más cannabis consumen. Y que la encuesta estatal sobre uso de drogas en estudiantes de enseñanzas secundarias indica que , en 2016, «se iniciaron en el consumo de cannabis 170.000 escolares de 14 a 18 años, una cifra similar a la de los que se iniciaron al tabaco». En España, siguen los datos aportados por Isorna, «un 18,3 % de los estudiantes de 14 a 18 años refiere haberlo consumido en los últimos treinta días, considerándose que un total de 61.810 personas de esta edad presentan un consumo de los que se clasifican como problemáticos».

En ese contexto, organizar un congreso sobre cannabis parece una buena idea. Hablar sobre la banalización de esta droga, sobre sus utilidades terapéuticas, sobre el marco regulatorio, entre otras cuestiones, permitirá, al menos, extraer unas cuantas ideas.